Tus manos reverdecieron mis cantos de pena, e iluminamos en aquellos rostros la pecaminosa culpa de las blanquecinas pieles que dejaron sus cicatrices en cada nota desencantada de un bolero.Esta noche es nuestro Dicen que lo que cuenta es el ahora, y en este preciso instante, a luz del viejo antro, siguen alumbrando de por siempre, bajo mis ya tenues lentejuelas, las exiladas notas que mi garganta prendíó en tu solapa, una y mil noches, bajo un París enfebrecido, con madreselvas rebeldes.
