Desencantada, historias para no roncar de jueves a sábado

“Otra de historias nocturnas…”

El guiri con voz de pito

Me gustan las inauguraciones, preciosas, nótese mi ironía… Llenas de tanta gente a la que ni conoces, de personas a las que sonreír, atender, repartir tarjetas (otra vez se me olvidaron), momentos perfectos para darte conocer. Y a todos dedicas 5 minutos, una sonrisa, y bebes cuando deseas escapar de un borracho, un pesado, o uno a quién eclipsas… Quién te reconoció de otro día cuando te vio en no se qué sitio, quién te cuenta su vida de pé a pá y tú sonríes para no ser maleducada mientras piensas que la tierra te trague pronto o no lo soportarás. Que de piropos, que de… Disculpa, voy a por mi cerveza, ahora vengo. Y te escabulles por el rincón de atrás mientras te encuentras con otra persona… Por cierto, ¿he dicho que me gustan?

El taxista minino.

Tenía una voz grave que enseguida la catalogué como sexy, por lo poco que pude ver por el retrovisor no estaba mal… Pero no era mi tipo. Fumaba. Hablaba, hablaba mucho y las conversaciones todas eran agradables. En el primer tiempo lo probó con una frase que me suena a telenovela: “si me echara una novia como tú, dejaría de fumar”. En el segundo tiempo alabó mis rasgos… Mientras yo, que estoy en época de: “mira, pero no pruebes. Pasa, pero no observes. Sé invisible ante los hombres.” Lo relacioné con el poder del maquillaje. Llegamos al sitio, acompañado a veces de conversación, a veces de un bolero que iba tarareando él y que me hacía pensar en esas películas de acción donde el pasajero abre la puerta del coche, y rueda por la carretera. Le di propina, era simpático. Pero me puso de los nervios, eso sí, galante, caballero con un toque de bandido. Hubiera sido mi tipo… En otros momentos.

El que se durmió y…

Le conocí, cara de ángel, ojos azules, cuerpo espectacular y sonrisa que derribaría a cualquiera. Tuvimos lo que tuvimos. Luego una noche de borrachera con mal sabor de boca y una amistad que hemos seguido a través de internet… Él llorando por su ex y contándome su vida bohemia, yo escuchándole y preguntándome si ya había madurado lo suficiente. Quería que fuera a verle, y si iba me dedicaba un tema, que bonito… Me encantan los músicos, nótese mi ironía. Pero tanta insistencia… Hizo que allí fuera vestida para la ocasión, llego tarde y me mira la gente, me ponen nerviosa y lo único que me apacigua es un tercio, así que al final me la dedica en voz de ella, me sonríe. Y cuando se acaba se baja, me observa como un animal en celo, pero habla con unos y otros sin dejarme de mirar, nunca se acerca y al final soy yo quién le saludo. Y de repente se pone distante, palabras cortantes, miradas esquivas, mano en el móvil… ¿Qué hice? Le sonreí, me despedí y me fui. No me gustan los juegos he dicho. Él no actuó, y yo ya estoy cansada de actuar. Así que se quedó ahí… Pero bonito el detalle, la primera vez que me dedican una canción.

Yo Tarzan, Tú chita…

Me pierdo, de nuevo, otra vez… Lo peor de todo es que es mi ciudad. Lo peor de todo es que voy a uno de los sitios “más in” (alternativamente hablando) según me han dicho… Y no tengo ni idea. No tengo mas remedio que preguntar a un grupito gracioso donde un hombrecillo con pelo de lechuga no para de observarme con otras intenciones, y mientras me indican la dirección… Otro sale de en medio de la nada con un pelo estropajo en la cabeza hablándome en “spanglish”, me cuenta media vida, yo voy a la derecha, él también, a la izquierda, él también… Le contestó en inglés y aprovechando su sonrisa en acercamiento… Hago un giro y me voy corriendo. ¿Dónde están los hombres corrientes? ¿Por qué me hablan en inglés? Por favor… No quiero hombres. Espera un momento… Ya me he acordado por qué por la noche todo es un campo de batalla…

Hombres y mujeres, mujeres y hombres… ¿Quién les entiende? ¿Quién nos entiende? Nadie señoras y señores… Absolutamente nadie.