Revista Literatura
Desierto
Publicado el 23 mayo 2013 por XabelgEn los últimos tiempos, el explorador perdido recorre sin cesar un desierto, de una casi infinita enormidad, abandonado de todo, pues allí no hay nada, ni nadie. Creía tener una vida, un amor, un futuro, pero todo aquello ahora mismo no era nada más que un simple espejismo, al igual que su presunción, un autoconvencimiento, o autoengaño en el que se creyó capaz de orientarse por esos áridos parajes sólo y sin ayuda, un autoengaño que le hizo creer que podría disfrutar de cosas que quizá jamás podría volver a tener, ni disponer de ellas, lo que quizás no era otra cosa que una mera visión, quizá una fantasía provocada por su propio deseo.
Camina, y camina, sin cesar, pero jamás llega a ningún lugar, no hay otra cosa que la gran nada, el vacío total, con un sol abrasador y un calor punzante que amenaza con aniquilarle, produciéndole la impresión de estar fundiéndose, y tan sólo interrumpido por la gélida oscuridad de la noche, y por tormentas de arena que le sacuden e intentan convertirle en un montoncillo de polvo de este desierto maldito que recorre. Sin embargo, el desierto no se decide a acabar con el aún, juega con él, manteniéndole con vida
Realmente aún no sabe lo que le impulsa a seguir andando, a recorrer este inhóspito paraje, quizá debiera ahorrarse el esfuerzo, y dejarse caer en un rinconcillo, bajo una duna, y sentarse a esperar a que le envuelva el olvido, para así quizás calmar la inquietud que le gobierna desde que recorre este desierto maldito. Quizá debiera abandonarse y dejarse consumir por el desierto, que parece susurrar en su cabeza que deje de luchar contra el, y es tentador, pero algo en su interior le impulsa a seguir caminando, un algo que le impide tirar la toalla, induciéndole a continuar buscando algún oasis, y el final del desierto, una salida de este asfixiante infierno de arena, soledad y vacío.