Eso que llaman política es algo tan superficial y poco humano que en la práctica nunca he reconocido que me interesara. Los periódicos, según veo, dedican varias columnas gratuitamente a la política o a los asuntos de gobierno y esto, diría yo, es lo que los salva. Pero como yo amo la literatura y en cierto modo también la verdad, no leo nunca esas columnas. No quiero embotar hasta ese punto mi sentido de la justicia. No tengo que rendir cuentas por haber leído un solo mensaje del Presidente. ¡Ésta es una época extraña del mundo, en la que los imperios, los reinos y las repúblicas vienen a pedir a la puerta de un hombre corriente y le cuentan sus problemas al oído! No puedo coger el periódico sin encontrarme con que un desdichado gobierno, acorralado y en sus últimos días, me está pidiendo a mí, el lector, que le vote, (...)
Desobedicencia civil (1849) y otros escritos