Desolación de la belleza
No retorna la belleza jamás cuando ha sido memoria
y la señal de su destino. Ni el amor se rehace
sobre las cenizas que dejaron la pasión y su incendio.
No hay aquí más que olvido, la destrucción que sigue a toda pérdida.
La renuncia que el tiempo va dejando como único testigo
de que la gloria fue sólo mirar el horizonte
a través de unos ojos de niebla, o la ternura
de hacer posible transformar las señales
en un sueño tan fugaz como la muerte.
Fue efímera la vida entre estas piedras.
Medina Azahara. El monte de la novia
José Infante (Málaga, 21 de julio de 1946)