Por las previsiones que nos llegan, pronto nos alcanzará el crudo frío del invierno, los cortantes vientos, las lluvias, los constipados, pañuelos, gripes y catarros... Muy pronto, la mejor opción será quedarse en casa mirando por la ventana como evoluciona el tiempo. Por esto mismo, aprovechamos estos últimos fines de semana soleados para disfrutarlos en la montaña como si fueran los últimos del año.
Paseando por las praderas Pepe no cesa de buscar galampernas (cucurril o parasol) y como siempre, no volverá a casa con la bolsa vacía.
Aintzane siempre disfrutando de la compañía de los caballos.
También nos regalamos una comida campestre rodeados de naturaleza y lejos del ruido de la sociedad moderna.
Ortzi o el dinosaurio perdido... derrocha imaginación por los cuatro costados.
En el derruido caserío de Erentza, en Mendaro, lugar de obligada parada para beber y abastecernos de agua.
Posando bajo el calor de los rayos del sol.
Hermoso paisaje se posa ante nuestros pies como una alfombra para ser pisado...
...y recorrido hasta donde nuestros pies aguanten.
En los lapiaces de Erlo (Izarraitz) disfrutando de unas extraordinarias vistas...
...que alcanzan hasta la costa y nuestro mar.
Reconozco que los paisajes calizos son una debilidad para mi y no desaprovecho la oportunidad de hacer fotos en este entorno.
Y quien mejor que Aintzane para hacer de modelo...
Iniciamos el retorno y pensando en un lugar para comer...
...les guío hasta el viejo refugio reformado donde tantas aventuras he vivido...
...y donde les relato algunas batallas que, como siempre, no se las creen.