Llevaba meses distraído, mirando por la ventana, al techo o a cualquier lado que no estuviese relacionado con la explicación del profesor. Éste mismo le llamaba la atención alguna que otra vez en el mismo día, pero no daba resultado. Sin embargo, parecía entusiasmado o con ánimos de aprender nuevos conocimientos y su falta de atención le obligaba a preguntar incluso, la misma pregunta varias veces. No sabía por qué ni qué le ocurría, y sus amigos en los recreos le hacían la broma de que estaba enamorado, seguido de un laaargo interrogatorio sobre quién era esa persona. Tímidamente, bajaba la cabeza con una suave y leve sonrisa en los labios mientras se llevaba la mano a la cabeza en señal de misterioso.
Tenía muchísimas ganas de aprender, de llenarse y vaciarse con todo lo que creaba. Las mil y unas aventuras que rodaba su cabeza y, por las cuales, sus padres, amistades e incluso algún que otro vecino lo tomaba por loco. No sabía qué hacer ante tales críticas, y ni siquiera escribir ni pintar lo consolaba. A nadie parecía importarle sus palabra una vez que, contestaba a la pregunta "¿y a ti, qué te gustaría ser de mayor?" respondiendo casi siempre que, escritor. Seguidamente, y después de una larga pausa, añadía: "al fin y al cabo, el escritor es el único ser que tiene todo los poderes que le dé la gana, e incluso la inmortalidad. Es el único quién decide qué, cómo, cuándo y por qué suceden las cosas." y, además de la desconcierto que dejaba en los rostros ajenos, lo único que percibía en los demás contraproducente para sí mismo eran las burlas y humillaciones por decir tal barbaridad, que mejor era estudiar una ingeniería o medicina que crear arte, ya que el artista era el muerto de hambre al que, luego, nadie pone cara ni nombre. Y, a pesar de explicar y dar un sinfín de motivos por los cuales era feliz, seguía sin obtener siquiera el apoyo de sus padres.
Ante el vacío de la respuesta, y lleno de ira corría con lágrimas entre los ojos con el fin de huir deseando encontrar tarde o temprano a alguien que le comprendiese, que compartiese sus mismas aficiones... y, lo único de lo que se dio cuenta fue de por qué estaba loco. No conocía su locura, al menos no de esa manera, hasta que se paró a pensar, y recapacitó por unos segundos. El loco era él por no saber vivir en una sociedad en donde sus expectativas eran más grandes que la propia realidad, nadie la entendía y que loco no es el que hace locuras sino el que sabe cómo vivirlas. Entonces, a partir de ese momento, comenzó a sentir la vida como la tenía que ver y, concretamente, sonriendo a todo aquel que, día tras día, le decía que su sueño era inalcanzable, que era imposible y, algo inútil emprender el camino.
La creatividad, el deporte y la habilidad académica son distintas formas de pensar. Y ser creativo es ser consciente de lo que sucede en el mundo.