Revista Talentos
Despojos
Publicado el 27 enero 2011 por Jaferrandez
He recibido éste papelito. Hace unas semanas, al volver a casa tras comprar el pan, lo cogí del buzón. Y el día anterior por la noche no estaba. Entiendo que se dirige a mí porque ningún otro vecino lo ha recibido. Lo he preguntado. Y no es una fotocopia. Entiendo que se dirige a mí, porque de las dos personas que vivimos en esta casa, solo yo tengo antecedentes de huida. Es un anónimo. Lo se por la falta de firma (la que se ve es de mi escaneo). Ello no significa que no me haga una ligera idea sobre su procedencia. Es ¿reproche? ¿insulto? ¿desprecio? ¿amenaza? ¿campaña viral bancaria?. Me inclino por una mezcla de insulto/desprecio hilando con el asomo de intuición respecto al origen. Por ello estoy desconcertado. No preocupado. Si tengo razón, resulta una refuerzo más de mis teorías sobre el patético comportamiento individual de los seres humanos. Si tengo razón, alguien que ya me hizo mucho daño en su tiempo, parece resentido y quiere hacérmelo saber. Si tengo razón descubro que ha estado siguiendo mi vida después de tantos años. Y eso sí podría ser de preocupar. El alcance de una obsesión es impredecible. (Otra teoría, de más prosaica base, sería que alguien haga partícipe de mis asuntos privados a quien no debe. Si así fuese, estaría actuando de forma inconsciente, además de irresponsable y, al parecer, es fácilmente manipulable.Una de las lecciones de la gran epopeya homérica es sobre la debilidad humana y el pasaje de las sirenas (y sus cantos) es uno de los más emblemáticos. ¿Es posible que ese alguien haya caído bajo el hechizo de su canto de falsas promesas de placer y ocio? No sería el primero. Si así fuese, entendería el comportamiento, pero no le arriendo la ganancia). © jaferler