Después de la lluvia,
Miguel Cerro, Kalandraka, 2015.
Después de la lluvia es un relato emocionante que nos lleva de la noche al día, del desastre a la luz, de la pérdida a la cosecha. Su autor, el cordobés Miguel Cerro, opta por un texto de líneas claras y sencillas y, poco a poco, desgrana una historia de superación, a la vez que lucha contra los tópicos y las etiquetas que, a veces, se nos pegan a la espalda sin que podamos hacer nada por despegarlas.En esta ocasión, la vida aparentemente idílica de un bosque, se ve rota por un aguacero terrible. Los animales están al borde de desastre. Logran refugiarse en una cueva, en lo alto de la montaña. Entonces, como ocurriera en el diluvio universal, deja de llover y los animales deben empezar de nuevo. Se reparten las tareas con eficacia, el oso conseguirá la comida, por ejemplo y los flamentocs, el agua. No hay ninguna tarea para el zorro que está deseoso de poder ayudar, aunque no parece que haya sitio para él: "Todos tenían una tarea. Todos menos el zorro, al que no le dejaban hacer nada". Cuando llega la noche, hay algo en lo que no han pensado estos animales tan autosuficientes y que el zorro les va a conseguir: la luz, en forma de luciérnagas. Pensemos, por un momento, en el valor simbólico del relato. La lluvia debería lavarlo todo, pero no logra arrancar los prejuicios ni siquiera en el mundo animal. De hecho, en las fábulas el zorro no tiene muy buena prensa porque siempre es el aprovechado, el astuto, del que hay que desconfiar; alguien que trabaja en beneficio propio. Los animales, como los humanos, se guían por ideas preconcebidas y no se paran a contemplar al ser que tienen delante que no es como el que ellos se imaginan. La lección de tolerancia y de solidaridad que se desprende del comportamiento de este zorrillo pequeño e inocente es admirable. Inasequible al desaliento sigue buscando su lugar en el bosque y, hasta que no lo logra, no ceja en su búsqueda.Si el texto es hermoso, las ilustraciones que forman Después de la lluvia son, sencillamente, deslumbrantes. No en balde el libro acaba de ganar el VIII Premio Internacional Compostela de Álbum Ilustrado. Miguel Cerro dibuja una especie de tapiz de la creación en donde viven, en paz y armonía todos los seres vivos; en este caso, animales. En la primera página se observa este festín de colores y de armonía que se respira. Después llega el contraste con la lluvia y el avance de las aguas y, al fin, de nuevo el sosiego. Juega el artista con los colores. Hay, de alguna manera, dos momentos: el día y la noche. La luz de la luna, enorme y cercana, no llega a la cueva. Es entonces cuando el contraste cromático es más evidente. Poco a poco, mientras el zorro busca la luz, van apareciendo pequeños destellos en el cielo ("Sería maravilloso llenar la cueva de estrellas", se dice el zorro), aunque es imposible capturarlas. Acompañamos al zorro en su frustración (sube a un árbol, se acerca al borde del agua...) hasta que encuentra al grupo de luciérnagas y las ayuda. Por fin, en la última imagen, los animales observan, encandilados esas diminutas luces que les hablan de la vida y del calor; por fin, el zorro ha demostrado que él también podía ayudar.A menudo, los padres sobreprotegemos a los hijos y en esta fábula moderna que es Después de la lluvia también, si lo miramos bien, se desprende en parte esta tendencia que el zorro, pequeño y aprentemente frágil, consigue romper.En suma, un libro trazado con los ojos del corazón que evoca un paisaje emocional lleno de luces y de colores y que muestra que los problemas tienen solución, si sabemos buscarla.El libro va destinado a los niños desde 6 años, aunque, como decimos siempre, este criterio lo marca el propio lector.La portada, asimismo, es una metáfora de lo que vamos a poder encontrar al abrir el álbum: un zorrillo pequeño, solo, desvalido, cercado por las aguas, aunque con la cola bien alta, puesto que no ha sido vencido. El libro, además, contiene, para que el niño lo monte, la figura del zorro, al que podrá darle vida en sus juegos.