Anne Arden McDonald, 1994.
Me pintas un verso como de lluvia y bajo el paraguas de tu poesía arrebujo soledades y melancolías. Mientras, acallado, el reflejo del espejo mutila y esparce los sueños.
Y la realidad, ese viejo prismático inerme, nos devuelve imágenes deformadas a través de una nostalgia plagada de caóticos recuerdos.
Hoy ante la chimenea mi voz agazapada grita silencio.
Y te hilvano la boca recosida a destiempo y te siembro el ayer de vespertinos deseos.
Ante la chimenea mi voz te acaricia, te araña, te besa.
El invierno asoma su respingona nariz, y desperezo una sonrisa bajo las sábanas cuando el olvido recostado en un viejo rincón donde baila el polvo, paulatinamente adormecido, se ocupa del resto.