Esas despedidas sangrantes, duraderas avivan el incendio de nuestra alma alargando el inevitable adiós y
pese a que esa parte racional no haga más que chillarnos que efectivamente ya ha llegado el fin,
esa otra parte sentimental autoritaria y dictadora,
se empeña en que sigamos anclados a un puerto
del que jamás hubiéramos querido partir.
Mirar atrás para saber que no necesitabas nada más. Mirar hacia delante y saber que ya da igual lo que necesites.
Quedarse paseando por una mirada que ya ha prescrito,rebuscar en la memoria y agarrarse a palabras que quisieras tomaran vida o
despegarse del imán de sus labios,es permanecer aplastado.