Preparando contenidos para San Valentín y el Día de los Enamorados, ese día que celebra que la vida del santo que casaba a los jóvenes en secreto y que ha acabado convirtiéndose en una excusa de compra-venta más (algo como lo del lazo rosa y el cáncer de mama), de pronto me he encontrado con los cortos de la serie #LaSuertedeQuererte. ¿Y sabéis qué? Será un negocio, grande, el amor. Que si ramos de rosas, que si cenas, que si escapadas a casas rurales que ven como se incrementan las reservas, que si viajes de fin de semana que tienen a hoteles y aerolíneas al pie del cañón. Pero... Llamadme romántica... Yo sigo creyendo en el amor. Más allá de los regalos y las tarjetas de crédito humeantes. Más allá del marketing. Más allá. Porque existe, está ahí. Y si no está, las pasas canutas. Y si está pero no te hace ni caso, peor. Y si está pero como si no estuviera, ausente, lejano, rutinario, tampoco es que sea muy emocionante, es más bien deprimente, y así nos va. Y como el amor está por todas partes, ¡celebremos cuándo está en condiciones! Aunque lo pongo todo cabeza abajo, que el amor a veces es un poco loco ;)
¿Cuánto hace que no agradeces a tu pareja que te despierte sin encender la luz a lo bruto por las mañanas, qué sea tu despertador particular? ¿Cuánto que no preparas un desayuno en la cama? ¿O que no da un beso de buenos días como Dios manda, de los laaaaaaaarrrrrgoooooos? ¿Te acuerdas, de esos besos con abrazo de oso incluido, con manos que parecían tentáculos en todo tu cuerpo, esos besos infinitos que te dejaban los labios hinchados de placer, esos que envidias a aquellos adolescentes que ignoran al mundo desde el banco de la plaza? ¿Cuánto hace que no abrazas, sin más, sin que sea para consolar o dar condolencias, que abrazas de verdad, más de veinte minutos, y de dejas achuchar y apoyas la cabeza en el hombro amigo y cierras los ojos para sentir el abrazo con mayor intensidad? ¿Cuánto que no te reservas un momento de intimidad para dos, pase lo que pase, sin excusas ni cansancios ni estreses ni trabajos que se interpongan? ¿Cuánto que no coges de la mano por encima de la mesa de un restaurante mientras miras a los ojos y brindas con la mirada, en silencio?
¿Sabes qué te digo?
Que sí. Sí a todo, como dicen en el corto que inspira este post.
Sí y sí. A quererse, abrazarse, besarse, desayunar, ver películas bajo la misma manta del sofá o cuidar tu resfriado. Sí a las manos sobre la mesa, enlazadas. A las miradas. A los besos largos. A los "te quiero" susurrados al oído o gritados en un brindis o escritos en un libro de Sant Jordi. Sí y sí.
Sí al amor.
Al tuyo, al mío. Al que tenemos por nuestros hijos. Al que nos tienen, incondicional, ellos. Al amor de las madres, las hermanas, los hermanos, los tíos. Al amor de los abuelos. Al de los amigos que te sea como sea están ahí. Y sobre todo, sí y sí, al amor propio. Al mío por mí. Al tuyo por ti. Al vuestro por vosotros. Porque, llamadme romántica, el amor, mueve el mundo.
Así que me adelanto a San Valentín, que después de todo yo tampoco suelo celebrarlo. Que soy más de Sant Jordi, libros y rosas. Cosas que tiene una. Pero que como excusa, San Valentín, digo, no está mal, para que en este lunes, sin venir a cuento, os diga:
Te quiero.Sí a todo.Cabeza arriba, o cabeza abajo ;)
PD1: Cortometraje SÍ A TODO #LaSuerteDeQuererte
No sé de qué va este rollo, pero yo también te digo... Sí a todo.
PD2: Cortometraje EQUIS O CORAZÓN #LaSuerteDeQuererte
Estoy aquí contigo, no con ellos. Esto es la vida real. Lo que tenemos tú y yo es mi red social favorita
PD3: ¿Al final no te he dicho quién era San Valentín?
(...) fue un sacerdote que vivió en los tiempos del Imperio romano, alrededor del siglo III. El emperador Claudio II prohibió la celebración de los matrimonios para jóvenes, porque quería que los solteros sin familia sirvieran mejor como soldados, pensando que al no estar atados a ninguna mujer tendrían un mejor rendimiento.
Este sacerdote consideró que esta ley era injusta y desafió al emperador. Pronto comenzó a celebrar matrimonios en secreto para jóvenes enamorados. Cuando Claudio II se dio cuenta lo llamó a palacio y acabó por encarcelarlo.
El oficial encargado de su encarcelamiento, Asterius, trató de ridiculizar a Valentín poniéndolo a prueba. Lo retó a que devolviese la vista a Julia, una de hija suya que había nacido ciega. Valentín aceptó y, según la leyenda, consiguió devolverle la vista mediante el poder del Señor.
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