¿Por qué digo esto? Porque estoy en un periodo de auto conocimiento. Deje de conocer a los demás, a los lugares y volví a estos espacios frecuentes para reconocerme y aprender.
El último viaje estuvo cargado de bastante angustia. Tuve varias y pequeñas crisis. Instantes donde solo lloraba y, a veces, sin saber bien por qué o qué es lo que activaba mi tristeza.
Cuando estaba en Mostardas, un pueblito al sur de Brasil, donde la lluvia nos tuvo unos seis días seguidos sin poder movernos, tuve una especie de revelación.Me encontraba preguntando para qué viví lo que viví. ¡Linda pregunta eh!El para qué, no el por qué. Preguntarme por qué me traslada al “por qué no” y, además, eso demostraría que tenemos un ego bastante bien alimentado y maleducado. Y no digo que tener ego sea malo, pero si no lo tenemos “domesticado” se puede convertir en un verdadero enemigo.Siempre me voy por las ramas.Tuve una especie de revelación. Primero, debía perdonar y, sobretodo, perdonarme por todo lo que permití vivir. Si, de alguna manera lo permití, y la explicación a esto es que sucedió para que yo aprenda. ¿Vieron que esta esa frase “la vida es una lección tan buena que si no aprendes te vuelve a poner a prueba hasta que aprendas”?Bueno, algo así es la frase. No me acuerdo exacta y textualmente como es, pero la idea es esa.¿Pero qué pasa con aquellas situaciones que fueron muy dolorosas en mi vida? Aquellas que calaron tan hondo y las otras que fueron captadas por el inconsciente y que se niega a salir a flote. Qué pasa en el sentido de… ¿Eso también permití que sucediera? ¡Por favor! Y ahí seguro salió el ego a preguntarme “por qué”. ¿No?No importa. Dejemos de lado las preguntas, traigamos esos recuerdos que nos duelen, que nos pesan, que nos ahogan, que nos asfixian, que nos hacen cortarnos un dedo, golpearnos el dedo chiquito del pie, caernos, etc., traigámoslo al presente, pero no para revivirlos.El objetivo de este proceso es para perdonarlos, y al hacer esto, soltarlos, dejarlos ir. Ya está. Ya hicieron su trabajo. No necesito que estén ahí estorbándome, que estén ahí ocupando lugar. No. Ya fueron, ya pasaron, ya está.¿De qué sirve estar atados al sufrimiento? ¿Al dolor? ¿A la angustia?
¿De qué sirve? ¡De nada!
No sirve para nada.¿Entonces? ¿Qué hacemos ocupando el mayor tesoro de nuestras vidas, el tiempo, en revivir todo el tiempo situaciones de mierda? Volver al pasado para cambiarlas, no se puede. Lo que sí creo que podemos hacer, y que es lo que me gustaría que suceda en estos próximos 30 días, es volver para liberar, para soltar, para perdonar. Y así poder volver a la presente menos cargada. Y con mucho más espacio en la RAM para aprender nuevas lecciones.Suena re lindo. ¿No?Pero tengo que estar consciente de que esto es proceso en el cual me voy a poner frente a frente con cosas muy “heavys”. Con situaciones, personas, sentimientos, emociones, recuerdos, etc..No hay varita mágica para saltearse este paso. Y lo creo ultra necesario. Ser como el ave fénix, que se quita las plumas viejas en un doloroso proceso, poco a poco, hasta casi desaparecer, para luego renacer de sus cenizas, con más fuerza.