Dicen que la esperanza tardará al menos dieciocho meses. También indican los expertos que se aguarda una segunda oleada en el mes de octubre. Salgo a fumar a la terraza, aunque minúscula, la terraza es una esperanza. Imagino que los coches son libros, y les pongo nombres: Infierno, Paraíso, Infierno, Paraíso, …Los vehículos debidamente estacionados son el infierno, los que circulan, pocos, son el paraíso. El infierno abunda, el paraíso escasea, y su tiempo de disfrute es muy escaso: dura tan solo el tiempo que tardan en cambiar de color los semáforos.Pero como indica Cervantes en El Quijote: “Señor, las tristezas no se hicieron para las bestias, sino para los hombres, pero si los hombres las sienten demasiado, se vuelven bestias: vuestra merced se reporte, y vuelva en sí, y coja las riendas a Rocinante, y avive y despierte, y muestre aquella gallardía que conviene que tengan los caballeros andantes. ¿Qué diablos es esto? ¿Qué descaecimiento es este? ¿Estamos aquí o en Francia? Mas que se lleve Satanás a cuantas Dulcineas hay en el mundo, pues vale más la salud de un solo caballero andante que todos los encantos y transformaciones de la tierra”. El silencio es nuestra única esperanza, la meta para alcanzar el paraíso.
Dicen que la esperanza tardará al menos dieciocho meses. También indican los expertos que se aguarda una segunda oleada en el mes de octubre. Salgo a fumar a la terraza, aunque minúscula, la terraza es una esperanza. Imagino que los coches son libros, y les pongo nombres: Infierno, Paraíso, Infierno, Paraíso, …Los vehículos debidamente estacionados son el infierno, los que circulan, pocos, son el paraíso. El infierno abunda, el paraíso escasea, y su tiempo de disfrute es muy escaso: dura tan solo el tiempo que tardan en cambiar de color los semáforos.Pero como indica Cervantes en El Quijote: “Señor, las tristezas no se hicieron para las bestias, sino para los hombres, pero si los hombres las sienten demasiado, se vuelven bestias: vuestra merced se reporte, y vuelva en sí, y coja las riendas a Rocinante, y avive y despierte, y muestre aquella gallardía que conviene que tengan los caballeros andantes. ¿Qué diablos es esto? ¿Qué descaecimiento es este? ¿Estamos aquí o en Francia? Mas que se lleve Satanás a cuantas Dulcineas hay en el mundo, pues vale más la salud de un solo caballero andante que todos los encantos y transformaciones de la tierra”. El silencio es nuestra única esperanza, la meta para alcanzar el paraíso.