Revista Talentos
El sol es nuevo cada día. Lo dijo Heráclito. Desde que he escuchado la palabra no dejo de tenerla presente: codicia. No logro apartarla de la mente. Todo esto no es más que codicia. La codicia es la culpable. Pero la codicia es un vicio. Un vicio de los hombres. Jámblico dice que Heráclito consideraba a las opiniones humanas como juegos de niños. Y analizando un poco nuestro confinamiento, puede llegar a pensarse que existen actuaciones erróneas, juegos de niños y, además, mucha codicia. Vuelve a aparecer la palabra. Vuelve a estar presente: codicia. Todo no es más que codicia. Para Empédocles la esencia de la necesidad era la causa que actúa sobre los principios y los elementos. En el caso de la codicia la necesidad es buscada por los codiciosos, y las actuaciones de éstos repercuten en toda la sociedad, en este caso, negativamente. Pero no escuchamos. Ni escuchamos ni oímos. Ni oímos ni aceptamos. Ni aceptamos ni vivimos. Ni vivimos ni dejamos vivir. Hay que escuchar, aun cuando no se sepa de qué hablar. También es de Heráclito. Hay que escuchar. Y hay que expulsar a los codiciosos. Ellos nos gobiernan. Ellos nos destruyen. Ellos son las bestias. Ellos son el error. Ellos son la codicia.El silencio es el amor, es nuestro juicio.