Mientras afuera de mi ventana llueve de forma indefinida con esas gotas que mojan de verdad porque acá en el sur sí llueve llueve. No se anda con juegos de niño ésta. No tiene ningún respeto por los caminantes del puente Calle Calle, por los ciclistas que atraviesan la ciudad empapados, los runner de la costanera que desaparecen del área, los trabajadores de los campos verdes que deben forrajear sus animales bajo tu interminable agua tarde y mañana, los pescadores artesanales que cada día se adentran al alta mar a buscar los productos que le darán el sustento para sus hogares, los vendedores ambulantes que aparecen con nailon para cubrir sus productos que transforman las calles principales, como no mencionar a los vendedores de paraguas que aparecen de la nada y tantos otros que se me olvida mencionar.
Todos deben pensar que estamos acostumbrados a la lluvia, que es pan de cada día. Pero yo creo que uno nunca se acostumbra porque si un día sale el sol nos olvidamos de como se vive con la compañía de la lluvia y comenzamos a decir: -ojala que no llueva, que lindos son los días despejados, uno como que anda más feliz (¿ lo has notado?). Sin embargo, si anuncian lluvia comienza nuestro dialogo con esta oración, -espero que solo sea un día, que sea poco. Cuando estamos en plena tormenta comienzas a escuchar -esta como para sopaipillas pasadas, chocolate caliente, que ganas de una cazuela o si andamos con flojera lo primero que pensamos -dormiría todo el día. A la vez las mujeres comenzamos a sentir que estamos subiendo kilitos por culpa del frío, nos olvidamos de la ropa de verano que la guardamos en un rincón olvidado del closet porque hemos sacado nuestras armas de uso diario contra el agua que cae del cielo. Al caminar por las calles ves por todos lados abrigos, parkas, chalecos, todo tipo de tejidos grandotes, botas, bufandas, bototos y calcetines de lana.
Este día me ha recordado un hermoso trabajo de bocetos y poemas que se llama “Y si llueve” . Porque no solo existe la lluvia natural, esta que viaja desde las nubes para llegar a perderse en la tierra. También esta aquella que vive en nosotros, la que nos da ideas, nos invita a viajar y construir nuestro propio camino. La que nos dice que aunque sea una acción minúscula llegara a ser visible y hará la diferencia. Por eso deja que tu lluvia interior salga, recorra cuanto mas pueda y al final que le de vida a una semilla de la cual nacerá una bella flor.