“Te recuerdo como eras en el último otoño.
Eras la boina gris y el corazón en calma.
En tus ojos peleaban las llamas del crepúsculo.
Y las hojas caían en el agua de tu alma”. Neruda
Mientras caminaba hoy rápidamente bajo la lluvia, una hoja seca con tonalidades amarillas me detuvo. Siento que ella me encontró, quiso que yo la viera. Compartió su belleza final.
A ti te escribo hoy, al que hace un tiempo le llamaban cosecha porque eres la estación de obtener los frutos de la tierra y los árboles, tiempo de las vendimias, de recoger los cereales. Tú que eres la edad de plenitud vital y existencial. Otoño de vida. Para mi eres sinónimo de cambio, de desprenderse del pasado para que nazcan los nuevos brotes. Puedes ser frío, con vientos y traernos las primeras lluvias, pero entregas armonía y calma para prepararnos para el futuro.
Estación de las nieblas y los frutos más dulces, amiga íntima del sol que madura, que conspiras con él para cargar de uvas las viñas que trepan los tejados. John Keats
Como me gusta avanzar por caminos decorados por ti con esos colores que solo tu eres capaz de proporcionar. Colores que invitan al silencio, a escuchar la naturaleza y a la vez encontrarnos con nuestra esencia. Muchas veces creo que eres el adulto que recorrió y vivió todo, que ahora nos visita cada año para aconsejarnos y reprendernos en nuestro andar por la vida.
Me quedan pocos días con tu compañía debo admitirte que te extrañare (solo un poco eso sí, no quiero darte tanta importancia en mi vida haha). Se que nos volveremos a reencontrar el próximo año, yo seguiré acá en Valdivia en mi ultimo añito en esta bella ciudad que me esta acogiendo. Espero que me traigas un paquete de felicidad, y a cambio yo te daré una sonrisa diaria solo para ti.
Te deseo el mejor de los viajes y que sigas entregando armonía a los demás como me la has entregado a mi todo este tiempo.