Dia 39: La Oveja Negra

Publicado el 28 agosto 2012 por 160

La oveja negra...

Era aún muy niño cuando mi madre viajó a Argentina y me dejó a cargo de mis padres y mis abuelos. Yo no comprendía muy bien el porqué ella se alejaba de mí, no entendía razones ni justificación alguna que explique el porqué la única persona en la cual había confiado ciegamente desde que tenía uso de razón, de pronto no estaría más para mí, durante un tiempo indefinido.
Días después de su partida, cuando me negué a comer el Aji de gallina que tanto odiaba de niño, mi abuela me dijo algo que jamás olvidaré: "Por eso se fue tu mamá, por malcriado... tu hermanito se come todo y tu no, ¡eres la oveja negra!"Me sentí tan culpable al oir sus palabras, que recuerdo que de inmediato me puse a comer toda la comida y nunca más volví a hacerle problemas a la hora del almuerzo. Si ese había sido el motivo por el cual mi madre se había ido, pues yo debía buscar la forma de que mi abuela le cuente por teléfono que ya no era la oveja negra... que ahora sí comía toda mi comida y ella podría volver con la seguridad que no la volvería a hacer renegar jamás.
La verdad era que le tenía un miedo inmenzo a convertirme en la oveja negra. La primera vez que escuché esa frase fue unos meses antes de que mi madre viajara, durante el último cumpleaños que pasamos junto a mi abuelita materna. Dado que la familia de mi madre vivía muy lejos de nuestra casa, solíamos ir a visitarla sólamente dos veces al año. La primera, el día de la madre, y la segunda, en su cumpleaños. Mi abuela solía festejar muy bien sus cumpleaños, hacía siempre pachamanca, trucha a la parrilla, pato asado, e incluso recuerdo que mataba a sus cuyes más gordos y panzones para que sean devorados por todo el batallón de hambrientos invitados. Era una celebración muy bonita en la que mi madre siempre sonreía y se ponía a bailar conmigo.  Amaba esos momentos.
Esa última celebración antes del viaje de mamá, la recuerdo muy bien porque las risas y el brindis optimista que nos hacíamos todos en la mesa, fueron interrumpidos tras la repentina llegada de mi tio Juan, uno de esos tios a los que sólo había visto 2 veces  en mi vida hasta ese momento. Lejos de emocionarse por su llegada, todos se quedaron mudos y lo miraron como si se tratáse de un bicho raro, aunque a él parecía importarle muy poco las miradas, simplemente bastó que se acercara a saludar a mi abuelita, para que esta comenzara a romper en llanto y lo comenzó a abrazar fuertemente con sus manitos huesudas. Le decía que se siente, que lo había estado esperando, pero justo en el momento en el que se disponía a ubicarse en la mesa, mi tío Julián se puso de pie muy furioso y le pidió que se retire de inmediato. El tio Juan le dio una mirada amenazante, y cogió un cuchillo de pan que había en la mesa. Sentí miedo, aunque no sabía exactamente  que era lo que estaba ocurriendo. El silencio se hacía eterno, mi tio Juan se soltó de las manos de mi abuela y cogió una de las manzanas que había en la mesa. Sin quitarle la mirada de encima a mi otro tio, éste comenzó a pelar su manzana y se comió un trozo, volvió hacia donde se encontraba sentada mi abuelita, le dio un beso en la frente y se retiró sin despedirse de nadie más.
 -¡Cómo se atreve a venir en ese estado!, ¡qué sin verguenza! - se quejó mi tio Julian, evidentemente fastidiado, mientras que mi abuela comenzó a llorar quejándose por haber provocado que su hijo se haya ido sin comer con ella. A la pobre la sonrisa se le borró del rostro durante el resto de la reunión y se quejaba una y otra vez por haber ahuyentado de esa forma a su hijito.
Pasado este incidente, cuando ya todos estaban más calmados, escuché cuando una de mis tias le dijo a mi madre: "¡Definitivamente, Juan es la oveja negra de nuestra familia!" pero a mamá no le causó ninguna gracia el comentario, la miró sumamente molesta y le pidió que se cerrara la boca.

No sabía en ese momento qué cosas malas había hecho mi tio, ni tampoco el porqué ser una oveja negra era tan malo. Lo único que tenía claro era que a las ovejas negras no se les quiere, por el contrario, se les odia, se les trata mal y se les niega un plato de cuyes panzones. Y sí, cuando mi otra abuela me dijo que yo también era una oveja negra, creí haber encontrado la explicación a todos mis problemas. A los malos tratos de mis tios, a la ausencia de mi madre y a la posterior partida de papá. Siendo totalmente honestos, pasé gran parte de mi vida sintiéndome malo y muy culpable, todo a raíz de esta inocente e inconsciente aseveración de mi abuelita. ( Que sirva de lección para quienes tienen niños en casa).
La oveja Negra creció...
Hoy recibí una inesperada llamada en horas de la tarde. Era mi padre que me informaba que mi tio, "la ovena negra", se encuentra agonizando en el hospital del empleado. Recién hace un par de días, mi madre me había contado que le quedaba muy poco tiempo de vida, pero la verdad no pensé que era tan poquito.
Su esposa e hijos decidieron no saber nada más de él, y la verdad no los culpo, sus enormes motivos deben de tener aunque espero que el haberse alejado de él en este momento tan dificil no les pese en el alma el resto de sus vidas, eso sí que sería terrible. Aún así, dadas las circunstancias, ha sido mi madre y mis tios quienes durante la última semana se han venido turnando como podían, para poder cuidarlo en el hospital.
Sé que mi madre está muy triste. Ayer por la noche me lo hizo saber mientras buscaba desesperada una tijera que tenía en sus manos. Le pedí que se calme, le dije que todo estaría bien, pero ella sólo me miró y se puso a llorar lamentándose: "Por qué toda la gente que más amo, se tiene que morir así tan feo, porqué tengo que despedirme de todos ellos así, Mijaíl?" Sus palabras me llegaron al alma, me hicieron pensar mucho. Si hay algo que no soporto ver es a mi madre llorar, mucho menos verla así tan vulnerable buscando que ahora su hijo grandulón la pueda cuidar y la aconseje para que deje de sentirse triste.
Sentí que las palabras ya estaban de más, simplemente la abracé muy fuerte y le dije que se sienta totalmente segura de que pronto todo iba a pasar y que yo estaría siempre a su lado para protegerla. Y fue en ese instante en que muy dentro de mí, me hice la promesa solemne de que esta vez no sólo me comería sin chistar mi plato de Aji de gallina para evitar hacerla renegar, sino que además, esta vez voy a cuidar de mi como nunca antes lo he hecho, para así evitar darle otro dolor más a su delicado corazón.
 #123 Antes de ti: Tio Juan (...fuerza) 
PD: Siendo las 12:01 PM mi tio Juan se ha despedido de este mundo. Descansa en paz...