Es como un libro en el que vas escribiendo lo que quieras, siempre y cuando sea verdad, porque para qué a ti mismo te ibas a engañar, no soy yo muy amante de inventarme las cosas. Todo lo que se hace tiene múltiples matices y puntos de vista, parece como si los días fueran siempre igual, que no ocurra nada digno de ser mencionado o recordado, es porque no nos paramos a valorar, pero cuando lo haces, te das cuenta que todo lo que te rodea es sorprendente, no hacen falta que ocurran hechos transcendentales, ni sucesos de una relevancia tal que cambien tu vida para siempre, pero si te detienes, verás la variedad de acontecimientos importantes que suceden.
En esas cosas que apenas echamos cuenta he pasado este tiempo, fascinada por cuanto me rodea, por cosas insignificantes, pero algunas también importantes, y otras que nunca se olvidan y cambian el rumbo de una vida. He escrito tanto a mano y rellenado tantas páginas en blanco, ha pasado tanto tiempo que cuando he encendido el ordenador, se me había olvidado la contraseña, me he cabreado tanto.Ahora ya más relajada, verificado el listado de palabras mal sonantes que había dejado aparcado y con los santos, vírgenes y apóstoles en sulugar, y una vez vertidas esas lágrimas de llegada a la vida que el llanto me ha hecho derramar, he recordado, por fin, la contraseña, con lo que puedo volver a empezar.
Además el tiempo no se detiene, una lo puede hacer si quiere, pero cuando te vienes a dar cuenta, el árbol ese bajo el que te habías echado a descansar, ya no está, se ha ido con el camino y tú te has quedado atrás.