Revista Diario

Dia 56: El amor en los tiempos sin sillas

Publicado el 14 septiembre 2012 por 160

Dia 56: El amor en los tiempos sin sillas

El vigilante Sinsilla...


Días previos a TI
Sus muestras de amor eran muy frecuentes. Se miraban a cada rato, reían alegremente por cualquier estupidez, él le tocaba los cachetes gordos y ella lo abrazaba fuertemente aferrándose a su cuerpo. Estaban enamorados, completamente locos. Yo los miraba y los admiraba,  me encantaba hacerlo, era como ver una película romántica en vivo.
 
Me sabía muy bien su rutina. Ambos se subían al tren siempre a las 7:15 de la mañana, y apenas ingresaban al vagón, corrían hacia una esquina libre, jugando al "quien llega primero", comportándose como dos niñitos a quienes el mundo y lo que pensara la gente, les importa muy poco. El resto de nuestro viaje, estaba acompañado de risas, besos y abrazos que podían durar los 20 minutos del viaje.
Los tres bajabamos en la misma estación y las muestras de afecto continuaban a lo largo del camino hasta llegar a la salida, donde ambos tomaban el camino hacia la derecha y yo  hacia la izquierda. Los veía perderse entre la multitud, abrazados y sonrientes.
Días después de TI


Me percaté de la existencia del vigilante Sinsilla. Lo bauticé así pues cada vez pasaba por su lado en las mañanas mientras me dirigía a la oficina, era evidente que el tener una silla donde poder descansar, sería su mayor felicidad en ese momento.
Pasaban las horas, las semanas y los días y cada vez que veía al vigilante Sinsilla, me ponía a pensar en los motivos por los cuales sus empleadores creían que un vigilante dejaría de ser efectivo si tomase asiento y observara a su alrededor cómodamente. Al contarle a un amigo sobre el vigilante Sinsilla, éste me dijo, muy seguro, que ellos están acostumbrados a permanecer parados por muchas horas y que por ello no sentían dolor a las piernas luego de las tremendas jornadas de pie. ¿Sería esto posible? No lo sabía, pero era en verdad una situación incomoda el verlo allí desde muy temprano en la mañana, hasta la hora en que yo salía del trabajo.
Y te conocí a TI

Dia 56: El amor en los tiempos sin sillas

El nuevo...

Y el joven enamorado comenzo su travesía solitaria, de un momento a otro dejé de verlo al lado de la chica de sus sueños. Su rostró había cambiado por completo, se le veía lloroso y con el aspecto sumamente descuidado. Lo escuché un par de veces discutir por el celular, mientras mandaba al diablo a una señora que le exigía el asiento reservado. El la ignoraba y seguía concentrado en aquella llamada. Asumí que era ella, pues él le decía "Estoy cansado de esta situación" con un tono triste que  realmente le gritaba un "Te necesito, no me dejes".
Yo en cambio, había encontrado el amor. Me sentía feliz como una lombriz y tenía unas energías enormes para enfrentarme a cualquier reto que me pusiera la vida. Y todo esto, porque había conocido a TI y con ello cambiaron muchas cosas en MI.
... Y el vigilante seguía llamándose Sinsilla y yo seguía viéndolo parado durante todo el día sin poder tomar asiento. La única cosa que había cambiado hasta ese momento, era que había llegado el invierno y con él la lluvia. Ahora el Vigilante Sinsilla no solo carecía de una silla, sino también de un techo que lo proteja de la lluvia ¡Que maldición tener unos jefes así!, me repetía con frecuencia, al no poder comprender el nivel de insensibilidad al que podían llegar algunas empresas con sus propios empleados.
Y me alejé de TI
Hoy, luego de varios meses, finalmente los ví. Sí, ¡ambos están nuevamente juntos! Una vez más los encontré en el tren de las 7:15, y se metieron al mismo vagón de siempre, aquel en el que me convertí en el testigo anónimo de su historia de amor. Él a vuelto a brillar y poco le importa ir parado durante todo el viaje, lo más importante para el, sin duda, es que ahora tiene con quien compartir esos 20 minutos de viaje que durante las últimas semanas, había recorrido completamente solo.
Bajamos en la estación y como en los viejos tiempos, tomamos rumbos distintos. Llegué a una cuadra antes de mi oficina y nuevamente el Señor Sinsilla no está en su lugar. Ahora se encuentra otro vigilante, al cual aún no he podido inventarle un nombre. Me pregunté entonces si el Vigilante Sinsilla habría dejado ese empleo, o sí finalmente se hartó del atropello y exigió le pongan la bendita silla y en lugar de eso lo pusieron de patitas en la calle. Creo que eso es algo que jamás lo sabré...
Nunca he hablado con los protagonistas de este post, no conozco mucho de sus vidas ni ellos de la mía, pero sin que lo sepan, ya forman parte de mi historia.
Y mientras narro esta experiencia, me he puesto medio melancolico al recordarte a TI.
#107 Antes de ti: El vigilante Sinsilla.
#108 Antes de ti: La parejita del tren.


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