
Mientras tanto...
En Haití la gente no saca los pies del plato. Desde el terremoto (en realidad desde antes, porque el terremoto fue una sacudida para que el RESTO del mundo se acuerde de que están ahí), la tormenta Isaac, la sequía, y paradójicamente, las inundaciones provocadas por el huracán Sandy, hay millones (sí MILLONES) de haitianos que enfrentan crisis como el cólera, la malnutrición, falta de servicios médicos, falta de empleo, vivir en un campamento con un millón de personas más aún bajo carpas y chozas que no aguantan una llovizna. Pero es muy importante comprar un pavo que no me vendan a sobreprecio, y que la familia esté bien vestidita con ropa nueva, y que estemos todos sentaditos alrededor de la mesa, y que haya suficiente vino y cerveza para celebrar...gracias, dios mío, por estas bendiciones.
En Gaza, Mohamed, un joven padre de familia, jugaba frente a su casa con los niños del vecindario cuando una explosión sacudió los cimientos de su vivienda. En lo que pasamos la tarjeta por la ATM, Mohamed, su esposa y sus cuatro hijos perdieron sus vidas. Pero es imprescindible llegar temprano a las tiendas, porque el televisor de cuchucientas pulgadas, que seguro no cabe ni por la puerta, estará bien barato y solamente pondrán dos para la venta.
En muchas otras partes del mundo hay millones de muertes por hambre, guerra, malos tratos, criminalidad, envidias, injusticias y falta de amor en general.
O de verdad hacemos de este día de Acción de Gracias un hito en nuestras vidas con un verdadero propósito de ser agradecidos y de ayudar a otros, aunque sea con nuestras oraciones; o mejor no celebremos más tal hipocresía y nos vamos a trabajar hasta el receso de Navidad.
¡Ah, Navidad! Esa es otra...
