El
pasado jueves el Paraninfo de la Universidad de Alcalá de Henares volvió a vestir
sus mejores galas para celebrar la fiesta del libro por excelencia: la entrega
del Premio Cervantes, que en esta edición recayó en la figura de Eduardo
Mendoza.
Pero
dejando aparcado el panorama protocolario de ese acto, que es importante y para
nada desdeñable, el Dia del Libro es un buen momento para hacer una reflexión
profunda sobre un sector que se encuentra en una eclosión absoluta derivada de
diversos factores. Además de la sudorosa crisis económica, que es como el tonto
del pueblo al que se culpa de todo, la explosión digital con la irrupción del
libro digital ha revolucionado todo el sector y lo bueno es que ha venido para
quedarse.
Pero
no perdamos de vista varios detalles. El sector del libro genera en nuestro
país, el 0,9 % del PIB, y supone casi cincuenta mil empleos. Una cifra nada
despreciable desde el punto de vista financiero. Pero veamos unas cifras más
concretas, que nos darán una visión más real del sector. España es la cuarta
potencia mundial editorial con mayor número de novedades anuales; y el quinto
país europeo con mayor disponibilidad de títulos.
Sigamos
sumergiéndonos. El año pasado se registraron en el ISBN ochenta y seis mil títulos.
En nuestro país disponemos de más de cinco mil bibliotecas. Y el índice de
lectura se encuentra en el 62%. Somos el país de la UE con mayor número de punto
de venta de libros. Las casi cuatro mil librerías que tenemos en nuestras
comunidades autónomas generan un gasto de casi ochocientos millones de €. El
volumen de ventas del sector asciende a casi tres mil millones. Estas cifras
hablan por sí solas y ponen los pelos de punta. Como se ve, el sector del libro
es un sector que bulle, es un conglomerado que merece respeto, consideración,
y, sobre todo, que sus petición sean escuchadas y, en la medida de lo posibles
atendidas. ¡Ojo a miles de personas dando cera a la vez en diferentes redes
sociales, en sus blog, y en sus portales web! Pueden hacer mucho daño. El
sector del libro es toda una revolución compuesta de varios ingredientes que,
obviamente han parido su correspondiente padre y madre, pero en el fondo y en
la forma, autores, editores, libreros, distribuidores, ilustradores,
maquetadores, y demás fauna sufren la misma pandemia y, antes o después, no
quedará otra que enterrar el hacha de guerra y sumar fuerzas. Eso sí, el ego jadeante
y cáustico del que algunos hacen gala tendrán que deshacerse de él, porque si
no, él se deshará de ellos mismos. Esa baba asquerosa que algunos derraman creyéndose
los reyes del mambo ya no sirve. Antes bien, es la certificación que les
consolida como catedráticos eméritos del palanganeo mugriento. Ya está bien de
tanta estupidez crónica. Ya lo decía mi madre: «Ni soy tan bueno como yo me
creo, ni tan malo como dicen mis enemigos». El problema es que muchas veces la
crueldad se antepone a la bondad.
El
sector del libro está en plena revolución digital. Grandes marcas han impuesto
su ley y no queda otra que subirse a ese tren o perder la oportunidad que
ofrece la gran revolución digital y tecnológica. Y en este sentido los grandes
grupos editoriales sí han recogido el mensaje, y han hecho los deberes. Antes
decíamos que quien no aparecía en prensa, no existía. Hoy, quien no está en
redes sociales, no existe. Las redes sociales, el mundo digital está haciendo
un gran trabajo en favor del mundo del libro, pero ese trabajo hay que hacerlo
bien. En el mundo digital no vale todo, y esto también ha dado lugar a nuevos
escenarios en donde «el todo vale» está a la orden del día, y eso tampoco puede
ser. El mundo digital vulnera muchas veces los derechos más elementales del
creador literario y, además, como dice una gijonesa mágica, escritora,
sportinguista, crohniana, y abuela de profesión y devoción, «se juega con los sentimientos,
las ilusiones, y el dinero de los autores».
El
Dia del Libro es un buen momento para reflexionar sobre el sector, sobre el
presente y el futuro. Quizás también sea un buen momento para dar un tirón de
orejas a las diferentes Administraciones Públicas para que se acuerden más de
este sector que, de una forma u otra, aporta su granito de arena a la riqueza
del país, y no sólo económica, sino también cultural y social, porque la
lectura es una herramienta imprescindible para las generaciones presentes y
venideras.
No
consiste todo en realizar una campaña de una semana o quince dias promocionando
al sector. ¿Y el resto del sector? ¿Qué tal si cada mes dedicamos un dia al
sector y promocionamos la lectura? ¿Qué tal si damos un buen escarmiento legal
a aquel que plagie un libro? ¿Qué tal si equiparamos el IVA del libro en papel
con el libro digital? Éstas y otras similares me gustaría que algún responsable
del Ministerio pudiera responderlas con total libertad y confianza. Mientras
llega ese momento, si es que llega, sólo me queda una cosa. ¡Feliz Dia del
Libro!