Estaba a punto de llegar a la Plaza el Castillo por la Avenida Carlos III, cuando unas notas musicales llamaron mi atención.
Al llegar de donde provenían, pregunté que ocurría, y me contaron que era el Día Internacional de la Danza.
Numerosos grupos de jóvenes mostraban al público con su actuación el arte de la danza celebrando su día.
Gente joven que se había reunido allí junto con profesores, familiares y amigos para hacernos una preciosa demostración de su arte.
El ambiente era espectacular y la gente se agolpaba para verles.
Compañerismo, alegría, unión, belleza artística, sonrisas, música, danza...
Como buenamente pude me hice un hueco para poder grabar y hacer alguna fotografía.
Algún niño bailaba al unísono, llevado por la fantasía de los pasos al aire de los jóvenes artistas.
Había en sus actuaciones una gran profesionalidad, a pesar de su juventud, y se mostraba la riqueza del folclore de cada región.
La emoción me iba embargando, mientras grababa lo que allí ocurría. Y comprobé rostros a mi lado con la misma emoción a flor de piel.
La tarde amenazaba con lluvia, pero no hizo acto de presencia y gracias a ello pudimos disfrutar enormemente.
Había allí, turistas, gente de Navarra, de varios países, emigrantes, jubilados...
Todos unidos por la música, la danza y el arte.
Fue como un regalo de la vida que me había salido al encuentro.
Por la mañana había estado planchando como hago todos los lunes. Es el día que pongo la tele mientras lo hago.
Encontrarme con esta maravilla a pie de calle, después de ver las noticias donde solo se hablaba de enfrentamientos de unos con otros, donde la paz brillaba por su ausencia, ha sido la mejor recompensa.
Quiero poner mi esperanza en estos chiquillos, que unidos por la danza y el arte, sean capaces de construir una sociedad de cara al futuro capaz de unirnos a todos.
Y para dejar constancia de lo que viví, os regalo estos vídeos que grabé y están en mi cuenta de YouTube.