Día universal de la poesía

 
 Hoy, 21 de marzo de 2014, día universal de la poesía, desde mi ventana, en una pequeña ciudad costera del sur de España, azotada por el viento y por la crisis,  con una luz grisácea y fría, no puedo por menos que reafirmarme en que la parte más noble, más imperecedera, más importante de la poesía, es sin duda alguna su función social.
 Cuando miles de personas de toda España se dirigen andando a Madrid para reivindicar la dignidad, que los que mangonean al pueblo les, mejor dicho nos han arrebatado tras muchos años de dictadura, de cárceles, de muertes, de sufrimientos; porque hace un tiempo muchos niños niños españoles pasan hambre, o están desnutridos; porque los ancianos y los enfermos y cuanto más enfermos, están en peor situación puesto que se ha recortado en prestaciones y pensiones, cuando hay miles de familias viviendo de las pensiones de los abuelos, cuando también miles de personas han perdido sus casas a manos de los bancos...
 Cuando la corrupción va desde la Casa Real hasta el político/a del pueblo más pequeño.
 Cuando mueren niños y mayores esperando que le den la comida, este verano en Sevilla un hombre de 23 años, en el Condado de Treviño ayer una niña de tres años esperando atención médica...
 Cuando en África están en una guerra sádica y cruel, donde atacan directamente al corazón de las personas.
 Cuando las hambres se han extendido como una plaga bíblica.
 Cuando las diferencias sociales se han hecho más patentes que nunca.
 Cuando los conflictos bélicos causan sufrimientos y diezman a las poblaciones sin freno ni término:
 Siria, Afganistán, Israel, Rusia..., y así hasta pasar la veintena.
  Por eso, hoy, los poetas, más que nunca debemos de ser "viento del pueblo" y "dar voz a los sin voz", debemos" denunciar la injusticia".
   Aquí un poema mío que lo resume, tomado de mi poemario Versos de asfalto.
  

   Reflexión

A ti, como poeta, no te pido, te exijo:
me expliques el misterio por el que ves hermosos
esos mundos tremendos donde campa la muerte,
donde la guerra es crónica igual que la miseria
y millones de hombres alargan su agonía,
insistiendo a la vida que les conceda prorroga.