El diario abarca ciento sesenta y nueve días -numerados, pero no fechados- de la vida de un enfermo renal, que debe abandonar su trabajo, enfocar de otro modo su vida, someterse a continuas sesiones de hemodiálisis, supeditarse a dietas y medicamentos y vivir con el horizonte de un posible trasplante que devuelva la salud a su cuerpo. Pero este enfermo es, claro está, el propio autor, que habla de pasada de sus libros (pp. 117, 167), reproduce una carta del editor Mario Muchnik (p. 165), se hace eco de la muerte de Antonio Vega (p. 36) y, en suma, traslada al papel experiencias, ideas -sobre autores, sobre la actividad literaria-, menciona relaciones personales (Juan Martínez de las Rivas, Francisco Javier Irazoki…) y lugares que no sobrepasan un ápice los límites de su propia realidad cotidiana.
Un libro fenomenal