Jueves, 12 de abril de 2012
QUÉ TIEMPOS ÉSTOS
Aspirar un perfume que guarda en el anillo
de su mano el poeta
lentamente referente a su alma querida,
mientras pasa un cadáver camino de la hoguera.
Hablar hoy a los árboles y no hablaros del miedo
que desarbola la lengua y el rostro caído
en el fango, de cuantos vamos ya como aquellos
peleles que luchan en un grabado de Goya,
es una alevosía.
Decir impasible el verso azul y medido
no está ya al alcance de mi musa mediocre.
La hora llega en que todos no pueden almorzar.
La hora llega y me asombra con cabezas cortadas,
con pinzas de crustáceo y torres caídas
y capitales que arden por las manos de niños
hambrientos, sin más padre que su estómago.
La desesperación no es un festín tranquilo.
Yo me vi entre ellos, disputando migajas
y reservándome algunos trozos de aire
para seguir alimentando mi infancia pura.
Yo era otro
entre los que venían contra mí,
enemigos gigantes signados por el hambre
como yo. Numerosos golpean ya con mi puño
en el puño cerrado que defiende mi cena.
TRAS LA PÉRDIDA DEL REINO SEGURO
Una herida de arena en lugar de sangre
cruza un tiempo sin memoria, ni futuro.
No veo más que una extensión de piedras
desde aquí, mecido en la copa del barco.
Los bárbaros se han sentado en los tronos
vacantes de los reyes. Vaga la locura
por el campo de batalla que ya es todo
el reino. Muros son los ojos que ven
esta escena y no dan señales de alarma.
¿Dónde están mis almenas? ¿Dónde la ira
y el metal de mil brazos que protegieron
a mis tiernos retoños? ¿Qué se hizo de ellos?
¿Dónde las lágrimas por lo huido lejos?
¿Y dónde el cuidado de nuevo se torna?
¡Qué terror en la mar de fieros vikingos!
CONTROL DE PASAPORTES
He contribuido a la diversidad
de la especie humana
escribiendo bajo personas poéticas
diferentes e iguales a mí mismo.
No tengo enfermedades ni practico el yoga;
señor, solo hago versos a una chica del barrio.
No he sido comunista pero he leído Marx
y conspiro con otros para destruir vuestro orden.
Declaro que no tengo armas en mi equipaje.
Ni plantas nucleares, ni droga en los bolsillos.
Hice lo que pude por salir bien en la foto
del pasaporte y sin embargo sigo
pareciéndome. Y sin embargo, soy yo.
No tengo enfermedades ni practico el béisbol;
señor, solo hago versos a una chica del barrio.
No he contribuido a una iglesia y he matado
al Papa, que Dios me perdone: fue en otro
sueño o en otra pesadilla distinta a ésta
en que usted, señor, me mete en un cuarto
y me registra a fondo tras dejarme desnudo
y humillarme con una exploración indigna
de un ser humano; ahora me dirá
que estoy detenido: no se puede ser sincero.
He contribuido a la cultura antes de que usted
naciera, joven, y sé mis derechos.
Léamelos mientras me vuelvo a dormir.
He contribuido a la cultura y detesto
su espectáculo y a sus chiflados presidentes.
No tengo enfermedades ni practico un deporte,
señor, solo hago versos a mi chica...