Suspira y me hace carantoñas, llega como medio remolón para quitarme el velo de las ilusiones que se cubren de nostalgias.
Hay días así, tapizados de una grisácea escarcha en los que amaneces con el rocío en los labios, las palabras en el rímel y en la nariz unas vocales que brillan con purpurina.No necesitas colorete porque lo llevas en el dobladillo de la falda, ni siquiera tacones para alzarte y alcanzar esa estrella que ya tienes en las manos.Son días en los que te atreves a ir a zambullirte a Paris-plage aunque sabes que te puedes volver a romper el pie, días en los que el brillo de las miradas se cruzan y se besan.Días en los que el recuerdo se hace dulce, y te pones la chupa de cuero y unos vaqueros para subirte a esa moto y abrazarte a esa cintura y escalar hasta lo más alto de la Torre Eiffel entre hospitales y citas médicas varias.Días en los que sabes que todo será tan sencillo como elegir entre un helado de fresa o chocolate.
Luego vislumbraremos un nuevo sueño, lo destaparemos, lo mimaremos y lo acunaremos en nuestros brazos para que no se nos despierte. Haremos un alto en el camino y comprobaremos que por fin todo está ya en orden. Y borraremos de un plumazo el abecedario completito con todas sus letras, las frases hechas, y nos prenderemos en la solapa esas pequeñas cosas que son las únicas que tienen sentido en esta realidad que nos araña y nos des-cobija. Sabremos entonces que nada es nunca del mismo color al mirar de reojo por el retrovisor, tapizaremos la mañana con una sonrisa y nos abrazaremos a la vida haciendo algo así de sencillo como respirar, o vivir, y nos regalaremos un bostezo enmascarado y nos marearemos en la noria de las horas que dejamos mecidas en el anochecer de una cuna sin cuentos.Está el día raro pero este tímido amanecer nos hace un guiño de vez en cuando al viento y a mí, que abrazados, esperamos que en el letargo de esta quietud, estalle la tormenta.
Está el día raro y la noche se anuncia con la llegada de unos besos aventureros...