Diccionarios de apellidos, huid de ellos!

Publicado el 10 noviembre 2013 por Antonio Alfaro De Prado @genealogiah

Sí, seamos sinceros, todos nosotros hemos tenido alguna vez en nuestras manos o hemos curioseado por internet un repertorio de apellidos. Un diccionario o enciclopedia que guarda en su interior nuestro origen y heráldica. Y nos produjo un momento de emoción cuando identificamos que sí, que estaba allí nuestro apellido, que efectivamente teníamos un glorioso origen y que tenemos derecho a lucir uno, dos o incluso varios escudos. Sólo nos quedaba por demostrar que el ilustre personaje que se supone que fue el primero de nuestro linaje es pariente nuestro, quizás hace mil años, otras veces aún más si tenemos la suerte de proceder de los gloriosos godos que resistieron al Islam en los primeros tiempos de la Reconquista. Y hay tratados que puede que nos relacionen incluso con los romanos o los griegos. Ya tenemos la genealogía trazada… ¿o no?

Desgraciadamente estas historias,  a veces invenciones fantásticas, en otros casos medias verdades, que es quizás peor, han generado la falsa imagen de que la Genealogía, la Heráldica y la Nobiliaria forman un conjunto casi único. Y es que estas obras actúan en los principiantes como los libros de caballería que leía Don Quijote en su hacienda de La Mancha. Provocan una desorientación que da lugar a numerosos trabajos de genealogía plagados de errores, tópicos y relatos fantásticos, ajenos a la realidad de la historia familiar de quienes quieren descubrir sus raíces.

Antes de consultar una de estas obras será suficiente con tener plenamente asumidos estos dos conceptos fundamentales:

-Los apellidos no tienen un único origen. Muchas familias sin relación entre sí comparten hoy en día un mismo apellido, pero habrá que investigar cada caso para ver de dónde proceden y por qué usan el apellido.

-Los escudos de armas se concedían o confirmaban a determinadas personas y sólo les corresponde a ellos y sus descendientes directos por vía paterna. Un escudo por tanto no es “del apellido X” sino que lo usó una persona concreta o se atribuye a una familia específica en un lugar y época.  

             Veamos un caso práctico, tomado de una obra de cuyo nombre no quiero acordarme, qué es lo que dice y cómo interpretarlo:

Qué interpreta cualquier persona sin conocimientos en genealogía: Todos los que se apellidan Calderón son de origen castellano, es más, son de origen real puesto que descienden del infante D.Vela de Aragón, hijo del rey de Aragón D. Sancho Ramírez (¿pero no son castellanos?). Y todos ellos pueden usar el mismo escudo de cinco calderas,etc. salvo los Calderón que proceden de Toledo y Trujillo que tienen otro diferente.

Qué interpreta alguien que aplica los dos principios antes descritos: Algunos Calderón deben ser de origen castellano (algo deducible porque es una palabra en este idioma). Se dice que hubo una familia de apellido Calderón que procedía del infante D.Vela de Aragón, hijo del rey de Aragón D. Sancho Ramírez, siendo incongruente con los tratados de historia, por lo que le daremos la categoría de fábula. Alguna familia de este apellido ha tenido escudo de armas de cinco calderas, etc. ¿quien lo usó?¿cuando?¿donde? y parece ser que hay otras dos pruebas heráldicas de sendas personas con este apellido en Toledo y Trujillo con un escudo diferente ¿quienes?¿cuando? Por tanto, si me apellido Calderón tras leer esto puedo suponer que algunos de mi apellido fueron castellanos, que no hay datos fiables sobre cómo empezó a usarse el apellido y que algunos fueron nobles puesto que tuvieron escudo pero que no sabré si son parientes porque no tengo más datos sobre ellos.

Muchas imprecisiones más podríamos analizar en estos diccionarios, aunque es especialmente grave la obsesión por generalizar que los apellidos son nobles. Es muy frecuente encontrar frases tales como que un apellido determinado  Acreditó su nobleza ante la Chancillería de… o la Orden de… algo totalmente absurdo ya que la nobleza era personal, una persona litigaba o probaba SU nobleza, es un disparate hacer creer que se efectuaba en nombre de todos los de su apellido.

¿Qué pretendían los autores de estas obras que recogen tantos tópicos, medias verdades y falsedades? ¿desconocen que inducen a error a sus lectores? Dejaremos este asunto en interrogación.

Por tanto, guardaos de las obras de caballería genealógicas, los diccionarios y enciclopedias de apellidos, no vayan a turbar vuestro entendimiento y acabéis siendo Don Quijotes de la Genealogía.

 © Antonio Alfaro de Prado


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