Esta semana me ha pasado de todo. Bueno, matizo: estas dos semanas, me ha pasado de todo. En realidad, toooodo noviembre ha sido un mes raro. Y todo lo que relaciona mi vida y el blog en particular no se han escapado de este cúmulo de situaciones ridiculas.
Creo que en mas de uno y de dos post, ya he comentado mi opinión acerca de los restaurantes y bares: son servicios, en los cuales disfrutar de una experiencia desde que se entra por la puerta, hasta que se sale. No vale con que el plato, la comida o la presentación sea maravilloso, si el entorno, los camareros y el ambiente no acompañan.
Tras el comentario fuera de lugar de la camarera de Abaroa Artxanda, pensé que habia tenido mala suerte, y me equivoqué. Desde hace ya un tiempo, cambié la S por la J, y la verdad que un buen cambio, tanto que J apoya esta faceta (oculta) pasional de la comida y los restaurantes. Tanto es así que quiso invitarme a un restaurante bilbaíno, llamémosle X, un restaurante italiano en el centro de la city. Allí que fuimos los dos, una noche de sábado, entre las nueve y nueve y media, sin reserva, por lo que nos dirigimos a la entrada, junto a la caja registradora, donde esperábamos que alguien nos atendiese. Uno, dos, tres, cuatro, y hasta cinco camareros pasaron delante nuestro, sin inmutarse. Cinco personas que pasaron a nuestro lado en las dos direcciones, ignorándonos por completo. Ni un saludo, ni un "¿tenéis reserva?", ni una mirada. Invisibles. Después de varios intentos de captar su atención, llegó un grupo de unas seis personas, que igualmente, se saltaron la cola, pasaron por delante nuestro, y una "amable" camarera, les atendió y sentó en su mesa. El colmo. No entraré en valorar la falta de educación y respeto de ese grupo de seis personas sin modales que nos saltaron sin preguntar si esperábamos una mesa. Pero sí el de ese restaurante X: indecente el trato, ni siquiera se dieron cuenta (creo) de que nos fuimos, y eso que justo cuando teníamos dos camareras cerca, rozando el grito dije:
-"Pues si nadie nos atiende, y nos ignoran, nos vamos a W"- W es otro italiano.
En el restaurante W, conseguimos cenar, eso sí, no lo que queríamos, por que dos de los tres platos que pedimos, no tenían, y seguro que no tenían por que un listado de un folio entero de pizzas en Arial 9 hace que sea imposible tener todos los ingredientes. Al menos, que esos ingredientes sean del día, y frescos.
Pero claro, la mala atención al cliente, el pésimo trato no sólo se ve en restaurantes y bares. Dos malas experiencias en noviembre, no imaginaba que aun quedaba una tercera. Se me ocurre acercarme a una pastelería, tal y como me sugirieron T e I, a comprar unos dulces. Supongamos que esta pastelería Z, ofrece varios servicios, que no se centra únicamente en los dulces, a pesar de tener una única dependienta un jueves por la tarde. Al entrar, se me ocurrió preguntar por la encargada, ya que próximamente tengo un evento familiar, y quería hacer un gran pedido, saber si podía hacer alguna personalización, si hacían encargos especiales, si repartían a domicilio...pero me quedé con las ganas, sobre todo por que la dependienta se debió pensar que yo era un proveedor, o un testigo de Jehová (y no será por la minifalda), por lo que no me dejó terminar la frase, y me despacho con un:
-"Oye, ven en otro momento, estoy ocupada"
¿¿Ocupada?? Ahhhh valeeeee, esas dos chicas que había en la tienda dando vueltas, eran su "ocupación". Y también, es muy cansado y requiere mucho tiempo y atención estar apoyada en la barra donde se empaquetan los dulces. Vamos, una broma de pastelería, donde la encargada se dedica a despachar a futuros clientes, mientras hace un ¿curso? ¿atender a otro cliente? ¿nada?. Sea cual sea la respuesta, si no puede atender a alguien en el horario comercial que ellos mismos muestran en la puerta de entrada, se me ocurren un par de cosas que pueden hacer. Y ninguna de ellas, es tratar a un cliente como si molestase su simple presencia.
Enfin, dos locales que espero que cambien, confío en que se den cuenta de que NO solo es un producto lo que venden, es una experiencia, y si el resto de variables que conformar un restaurante, un bar o una pastelería no están en sintonía con el producto que venden/sirven, les auguro un futuro muy muy muy negro. La inercia de un despegue, unido a la novedad de un producto hacen que tu empresa vuele un tiempo, pero sin un motor constante que lo mantenga, ese avión irá en caída libre, hasta el suelo.
Espero que diciembre sea un buen mes, que viendo como está la economia, hosteleros y demás negocios, valoren las malas opiniones, que cambien, que escuchen, y acepten una mano que les ayude a mejorar, a salir adelante en esta crisis tan oscura. Porque sé que se puede.