El papá de B y yo somos diferentes y la tratamos de diferente manera. Podría pensarse que es una verdad de perogrullo porque todos somos diferentes, pero es que hay cuestiones en las que somos casi opuestos; me entretiene ir notándolo cuando se presenta la oportunidad.
Por ejemplo, yo soy muy de dejarla a su aire, que haga prácticamente lo que quiera mientras no sea peligroso; le encuentro una justificación positiva prácticamente a todos su actos. Él, no. Algo ilustrativo en esta diferencia podría ser que para él, B "tiró el agua" y para mí "volteó el vaso y el agua cayó". Los dos ponemos atención en los proceso mentales y los aprendizajes en juego, él no es corto en ningún sentido; pero de cualquier modo, termina siendo un "tiró el agua" vs "volteó el vaso y el agua cayó".
Ambos la consentimos y la mimamos. Pero creo que a él le provoca cierto repelús verla esforzándose y en ese sentido la sobreprotege, mientras yo la aliento a "ejercer su poder". Le apena verla, por ejemplo, limpiando. Volviendo al asunto del agua derramada, para mí es de lo más normal darle un trapo y pedirle que limpie el agua del piso. Su papá está completamente de acuerdo, pero su actitud haría pensar que está viendo a Cenicienta y siempre "la rescata". ¡Aunque a ella le encanta limpiar!
Le hablamos de diferente manera. Jugamos de diferente manera. Creo que se beneficia de esa diferencia.
Silvia Parque