11 de julio de 2016
No tengo
nombre en esta tierra.
De lo
que llega hasta mí, vivo,
y de lo
que de mí parte, luminoso.
Cenicientas
lechuzas, claves del aire,
furtivos
insectos me comprenden
igual
que al viento que anuncia lluvia.
Aman el
silencio mis amigos
y aman la
noche. Con ellos juego
y bebo y
luzco mis penas.
A fuerza
de buscar palabras
cantoras
me hago
pequeño, brillante
como un
grano de arena.
Cuando tenga
nombre –me han dicho–
de otro
modo se llamarán las cosas.
Cuando
por fin tenga, él moverá
por última
vez mi boca.