Sin embargo, Julie Loar encuentra en la etimología del nombre de Andrómeda, que significa “gobernante de los hombres”, una referencia a las antiguas cosmogonías matrísticas en las que la Diosa Madre era generatriz y referencia habida cuenta de encontrarse dotada del poder misterioso de dar vida propio de las mujeres. Los pueblos antiquísimos orientales otorgaban a lo sagrado femenino una importancia primordial, habida cuenta que los ciclos de la mujer y la luna regían los cambios estacionales y el desenvolvimiento de la agricultura. La Diosa se encontraba vinculada a determinados animales que eran sus tótems, entre los cuales la serpiente era uno de los principales; de ahí el rol demoledor que se le otorgara con el advenimiento de las religiones patriarcales.
Cuando las armas se constituyeron como medio para zanjar las diferencias entre el género humano, la agricultura y los ciclos lunares fueron dejados de lado en pos de una cultura de la guerra que derivó en la pérdida paulatina de toda simbología femenina. Las diosas como Andrómeda ocuparon el rol de mujeres desvalidas rescatadas por guerreros de los que serían consortes; no hay que hurgar demasiado en los cuentos para niñas para encontrar que el mensaje se reitera una y otra vez. El dios de las religiones patriarcales, autoritario y vengativo, vació de contenido femenino toda concepción de la divinidad; de ahí que los pueblos se aferraran a la imagen amorosa de María, identificada como Reina del Cielo y Gran Madre de la humanidad.
La falta de correspondencia de la cultura occidental con los ciclos naturales de la vida ha acarreado también la separación de alma y razón, con el consecuente desequilibrio que se advierte en todos los rincones del planeta. La compasión, la empatía y la receptividad no pueden considerarse antagónicas y excluyentes respecto del pensamiento racional, sino evidencias de una apertura de conciencia que considera la guerra, la desigualdad y el sometimiento como aspectos oscuros que deben ser trasmutados en pos de una nueva humanidad.
Hubo entre nosotros maestros iluminados, lejanos y próximos, que honraron a la mujer como dadora de vida, respetando de esa manera el aspecto femenino de la Divinidad. Oswaldo Guayasamín fue uno de ellos y bregó por sostener una esperanza de paz en medio de la angustia estrechando mano con mano, sosteniendo en los brazos a los niños del mundo, limpiando la tierra de ejércitos: la etapa dedicada a la Maternidad la denominó “La ternura”. Vaya su obra como ejemplo, porque el retorno a lo divino femenino, soterrado durante milenios, resulta imperioso para que los seres humanos volvamos a conectar con la energía amorosa que nos fue arrebatada durante tanto tiempo.
El cumpleaños de Marcela
De los árboles del parque en calma colgaban mariposas de papel y faroles con velas, que otorgaron un marco de cuento de hadas al festejo. Las fotografías inmortalizaron el instante y cuando ya habíamos degustado la variedad de tortas que ofreciera la agasajada, el pastel de cumpleaños elaborado por las manos artesanas de Ale nos congregó alrededor de la mesa para el momento cúlmine, con vela y canción incluídas.
Antes de partir cada una a su hogar procuramos develar a través de las cartas de tarot el destino próximo que nos aguardaba. Pero la luna del jaguar implica energía generatriz, y pese a los esfuerzos no fue posible lograr los auspicios esperados: a veces, las diosas reservan sorpresas que ni siquiera deben conocer quienes son sus hijas dilectas.
Cabelleras hidratadas
Sumergirse en el mar provoca un efecto terapéutico porque renueva la energía al limpiar el aura de toda contaminación de cualquier origen. El agua tiene un poder envolvente y poderoso ya que circula, se desplaza y nos devuelve al útero materno, a aquel espacio cálido y seguro donde iniciamos nuestra vida primordial.
Así como hay un beneficio general, es necesario cuidar piel y pelo de los efectos del sol y el agua salada. En el caso de las cabelleras, hay productos específicos y untuosos que las preservarán con unas pocas gotas bien esparcidas: BKD caviar y keratina y Olio extraordinario, un dorado serum de puro aceite de argán, son dos buenos aliados para arribar al final del verano con el pelo brilllante e hidratado.