Me gustaría empezar dando mi más sincera enhorabuena a los alumnos de Segundo de Bachillerato y dando las gracias a todos los asistentes por venir. Tras seis duros años de instituto llegamos ya a la recta final y llegó la hora de cerrar esta etapa de nuestras vidas para comenzar otra que nos espera con los brazos abiertos. Para casi todos los que estamos hoy aquí nos resulta especialmente difícil tener que decir adiós al IES Ben Al Jatib. La pregunta es sencilla: ¿Seremos capaces de imaginarnos fuera del lugar donde tantas penas y alegrías hemos recibido? Nos tenemos que despedir de lo que ha sido nuestro instituto durante tan largo tiempo y que ahora, sin embargo, parece tan solo un recuerdo cargado de añoranza. Fueron pasando los años y estas aulas nos vieron crecer y nos han visto formar poco a poco la gran familia que somos a día de hoy. Porque fue en este instituto donde iniciamos un nuevo camino casi “como adultos”; pasarán los días, seguiremos creciendo y nos seguiremos acordando de todos esos momentos que han inundado nuestros corazones de felicidad. Vamos a echar de menos muchísimas cosas, ya no habrá que preocuparse por despertarse un lunes para asistir al instituto, los pasillos se quedarán fríos y la calma se instalará en nuestras clases y aunque lo hayamos pasado mal por los exámenes o por la presión que conlleva ser estudiante de Segundo de Bachillerato, al final lo que se nos quedará grabado será aquello que nos ha sacado una sonrisa en algún momento. Es importante que en la nueva etapa que vamos a comenzar recordéis estas palabras y que, cuando las cosas no nos salgan como esperábamos, tengamos presente que lo que cuenta son los medios que hemos puesto para lograr nuestros objetivos, que no se diga nunca que no hemos puesto de nuestra parte o que no lo hemos intentado.
Hoy somos nosotros los que estamos en el escenario, pero aquí no somos los únicos protagonistas, tenemos que dar las gracias a todas las personas que han hecho que siempre nos acordemos de estos años como posiblemente los mejores de nuestra vida. Gracias a todos: nuestros padres, profesores, amigos, y a todo el personal del colegio por enseñarnos que las cosas con una sonrisa se hacen mejor y que con esfuerzo y trabajo seremos capaces de conseguir lo que nos propongamos. Por una parte, nuestros padres han tenido mucho que ver en este proceso, nos han ayudado y han sufrido. Hay que reconocer que es un curso lleno de tensiones, y sin su apoyo nos habría costado mucho más. Nos dirigimos hacia un nuevo mundo sabiendo lo que es la exigencia y el trabajo duro, sabiendo trabajar en equipo y dando lo mejor de nosotros en cada cosa que hacemos. Gracias, de verdad, por todo lo que habéis hecho día a día por nosotros, por habernos aguantado y por habernos ayudado a ser las personas que somos hoy.
Por otro lado los están los profesores con su profesionalidad, cariño y grandes dosis de paciencia que nos han ayudado a superar las dificultades de parte del camino que está a punto de terminar aquí, en el que siempre será nuestro instituto. Me pregunto cómo vamos a olvidar esos monólogos de Rafa León, sus “silensio” y su insistencia en que no sabemos qué es la masonería por culpa de Paula; los exámenes de Alfonso siempre en el último día del trimestre, las clases de Elena de Federico pidiéndonos que razonáramos, la energía mañanera de Joaquín mientras nosotros todavía seguíamos dormidos y las risas interminables y la simpatía de Dunia en sus clases, a Rafael Callejo, que siempre está dispuesto a ayudarnos con cualquier problema aunque esté harto de nosotros, los chistes malos de Rafa Leiva, a Joaquina que es una magnífica profesora que se preocupa siempre por nosotros, a la encantadora de Ana, que ha hecho que nos encante la filosofía, también echaremos de menos los remates de voleibol de Miguel Ángel y los de bádminton de Augusto, los buenos ratos en clase de biología con Charo, esos experimentos con Manolo que nunca llegaron a realizarse, los “a ver” de Lola Cobos, esos abrazos que nos da siempre Pili, la alegría que esconde Alberto Garzón, la exigencia de Fortuny con el sotoboche, nuestro gran padre Javier Validivia, nuestra gran paciencia con Fernando de la Rosa, la gran dedicación de Jesús Aguilera con el viaje a París, la rigurosidad de Arturo Gálvez, el cariño y la confianza que nos transmitía Eduardo y las risas en clase y las películas a medio acabar de Maribel.
Por último, agradecer a la directiva, a jefatura de estudios, secretaría, orientación, servicio de limpieza y sin olvidarnos del mejor conserje, Agustín, en definitiva, nuestra segunda familia, la que nos ha acompañado durante estos últimos años. Os deseamos a todos muchísima suerte, y esperamos que superéis todos vuestros retos y lleguéis a cumplir todos vuestros sueños. Esto no es un triste adiós, sino un hasta luego, ¡nos vemos en Selectividad!