Divagando

Publicado el 11 octubre 2010 por Chirri
Después de leer que el premio Nobel de este año se lo habían dado a un chino, por no se qué descubrimiento, doblé en cuatro el periódico y lo deposité en una papelera, cosas del civismo que me inculcaron de pequeño, crucé el semáforo y avancé por la calle de Alcalá por la acera de los impares, pocos escaparates interesantes me entretuvieron mi paseo, una librería donde Ken Follet aparecía con su nuevo ladrillo y poco más, luego inmisericordes, una tras otra tiendas de ropa y perfumerías llenaban las manzanas con sus productos, como siempre bellamente dispuestos y muy iluminados, pero no consiguieron que les prestara importancia.
Sólo me detuve en una vieja abacería, ya apenas quedan estas viejas tiendas de ultramarinos, recuerdo la de mi barrio, donde Aquilino servía amablemente a la parroquia productos a granel, recuerdo las galletas para el desayuno servidas en papel de estraza, la verdad es que antes de la invasión del plástico, todo era vendido utilizando este papel, daba lo mismo, servía lo mismo para judías pintas o pescado, que carne o sardinas arenques que se exponían en la puerta dentro de cubas de madera, hace años que no he vuelto a ver a Aquilino, se jubiló y vendió la tienda, ahora es una tienda de productos suramericanos, cosa de los tiempos que corren.
Después de la tienda sigo evocando otras tiendas de otros tiempos que consiguen que se me haga la boca agua y es que enfrente de la plaza de las Ventas, evoco la tienda de gallinejas y entresijos que había, antes de la velada de lucha libre, nos surtíamos de oleosos bocadillos en un figón donde el terrible olor que expelía, anunciaba sabores intrínsecos con la condición de madrileño, hoy aunque existiera el lugar, ya no podría deleitarme, las purinas y yo somos incompatibles.
La cuesta hacia Manuel Becerra, hace que empiece a jadear ligeramente, en este tramo, un par de bares me llaman la atención, no tanto por sus motivos y su aspiración a recoger a la gente que sale de la plaza los días de corrida, sino por los mosaicos del exterior, muy bien trabajados y de bella factura.
No se si continuar hacia Goya, o girar a la izquierda por Doctor Esquerdo para acercarme a casa, todo me trae recuerdos, se que un poco más adelante estará la granja “los Chaburres”, fenomenal sitio donde acabábamos los domingos antes de volver a casa, por veinticinco pesetas podías comerte un perrito caliente, después de dos horas en el cine y si la economía estaba regular, era el mejor sitio donde engañar el hambre hasta llegar a casa y asaltar la nevera.
Creo que no, cogeré el metro hasta casa, el barrio de Salamanca me asaltará con sus recuerdos y voy solo y algo melancólico, por lo que prefiero evitarlo, he recorrido tantas veces las calles de Madrid, que todas tienen algo para evocar, son muchos años pateándolas, mucha historia vivida, mucha gente conocida, busco en el Mp3 una canción que me inspire buenos pensamientos hasta casa y la encuentro.