Cuando se fuerza el destino la libertad se hace signo; y
la verdad que escribimos, deviene la de nosotros mismos.
Cuando en exilio vivimos se muere un poco por dentro,
se sigue un astro a tobillos, se da a las piernas un premio,
se camina y se examina, liberados, pero presos; y el
recuerdo que tenemos, aqueja, de imperecedero y
homogéneo. Cuando al exilio partimos, se acaba lo que
era nuestro; y en las páginas de libros sueñan cuentos.
Y la bandera y el himno se escuchan hasta en conciertos,
se piensa a todo sin miedo, se dice adiós de lo lejos y se
maldice hasta al consejo, pues los tormentos sin consuelos
son muy serios. Rojo tinto embriaga el verso, negro en
canas sin más pelos, viejo y nuevo, blanco adverso como
los Pirineos, muerto luego pero con respeto al sentimiento.
Lego al poeta estos versos y me inspiro de sus dedos…
Les dedico sin plagiarlo algo especial, la lección de su
ideal y derrotero, la visión de su arquetipo de pensar.
Todo pasa y todo queda, pero lo nuestro es pasar,
pasar haciendo caminos, caminos sobre la mar…
Cuando en exilio se da prueba de tener la estrella puesta,
todo no es más que la escena de una leyenda moderna; y
hasta se omiten las letras que no vuelan, sin más nostalgias,
pues las penas no gobiernan. La nada, el todo, las metas; son
las sumas que retamos a sabiendas. Y se ven las primaveras
presas y las luciérnagas ebrias; cuando el exilio se acepta.
Y la ilusión veraniega se muerde en otro planeta, la tierra
da vuelta y media, otra más y otra completa, el corazón
grita regresa, pero la conciencia opuesta no nos deja. Se
manifiesta, se preña, se estudian temas y jergas, se aprende
de las quimeras que vendía nuestro profeta. Se martiriza,
se quema; se pierde el lecho, pero se ganan las apuestas…
¡Pues la libertad verdadera es la mayor de las inteligencias!
Y cuando al exiliado se le entrega su añorada patria
homérica, llueven los besos con flema, sobre cascadas de
maletas. Y regresan los que quedan; y los muertos bajo
tierra cantan vuelvan, como un himno a la razón y a la
epopeya. Todo pasa y todo queda, pero lo nuestro es
pasar, pasar haciendo caminos, caminos sobre la mar.
Y no importa que al adiós lejos nos queden las ofrendas;
si las leyendas que cuentan, al exilio también llegan…
¡Asta a la vista divina bandera, libre ondearás en mis letras!
Picture Yendris Patterson Ricardo by Ariel Arias
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