Entre el orín y la herrumbre accedemos a la calle Francos. Lo de herrumbre lo leí en algún pasaje de la Biblia. Ya saben, contrastes conceptuales para resaltar el verdadero bien. Suena la pandereta entre el olor a orín en el centro de Jerez. Vale, no es muy delicado, pero es la verdad navideña. Le digo a Ana que hay que escribir sobre este asunto tan delicado y me dice que sí, que lo haga. Es tan bonita la navidad, con su orín y todo. Atravesamos el callejón y nos sumergimos en la podredumbre. Dice Ana que es como una inmersión lingüística... Es la calle Francos... Los renos y los camellos, animales sufridos, reparten regalos, presentes, nunca futuros, porque desde su animalidad saben que el futuro está pohibido en Jerez y en Siria. Si aguantamos la respiración, quizás podamos atravesar el espejo y llegar al otro lado, donde todo es posible y las calles sean calles.