Duele y si me duele, no pienso. Duele, no pienso y si no pienso, me duermo. Duele mucho. Si me duermo, no siento pero duele. Duele más de lo que he llegado a pensar que podía doler. Duele hasta el no-vivir.
Duele tanto que he dejado de querer para hacer sitio al amargo sabor del odio. Duele más de lo que imaginaba. Mucho. Duele de no querer conocer a nadie más. Duele hasta el punto de querer morir. Demasiado. Duele que por no sufrir más odio a quien más quiero, el mundo, el llanto, lo odio todo... mientras comienzo a querer justamente lo que más odio; al propio odio, a ti, a sus palabras, al engaño y las mentiras, al dolor.
Duele que sigo escribiendo sin razones ni excusas para sonreír. Duele de no morir. Duele si no muero pero, lo peor de todo es que sigo viva y me sigue doliendo.
Duele y si duele, no pienso, si no pienso, me duermo y si me duermo, no existo. Si no existo, no puedo sentir. Duele mucho. No siento pero sí me duele. Duele más de lo que pensaba. Mucho. Terriblemente horrible para definir. Adiós.