Dolor en la Meditación sentada

Publicado el 16 junio 2012 por Mira! @jorge_monedero

“La práctica del Chan se puede definir como una práctica de cuerpo
perdido, cuerpo reencontrado. El cuerpo que se trata de perder, de
trascender, mutilándolo o inmolándolo si es preciso, es el cuerpo común,
vulgar « saco de piel » o « de excrementos » – como lo repite ad nauseam el
maestro zen durante las sesiones colectivas de meditación, que parecen
consistir, ante todo, en superar el dolor físico inducido por una prolongada
posición sentada. El cuerpo que intentamos alcanzar, o más bien
reencontrar, al término de estas mortificaciones, es un cuerpo glorioso, el
cuerpo de Buda. De ahí la posición hierática de la meditación sentada,
completo control. Inmovilidad, asiento perfecto, distancia interior: el
practicante se inmoviliza en una postura que simboliza y anticipa la
maestría.”
Bernard Faure, Sexualités bouddhiques : Entre désirs et réalités, Aix-en-
Provence, Éditions Le Mail, 1994, p. 41.

Tras las primeras practicas empezamos a notar que no moverse en la meditación puede provocar un fuerte dolor. Es un requisito de la practica Zem y así suele repetirse, hay que intentar conseguir que durante el tiempo que permanecemos sentado movernos lo menos posible. Nadie nos dirá nada si no lo hacemos pero pensando que se trata de un ejercicio corporal de concentración nos deberíamos aplicar con el máximo cuidado en cumplir este requisito.

Recuerdo anécdotas en torno a las charlas que daba un monje amigo en un centro Cívico en Sevilla. En alguna ocasión lo acompañaba y comentábamos sobre la reunión y charla que daba. Cada día se trataban una temática diferente: reencarnación, vacuidad, karma etc. Se trataban temas genéricos con el fin de hacer una pequeña introducción sobre el pensamiento Budista y su practica. Pero curiosamente el día que tocaba el tema de la muerte, a esa charla, no venia casi nadie. Nos sorprendíamos los dos, porque dentro de la tradición oriental el concepto de impermanencia es extensible a la muerte y su aspecto de luto en semejanza con la cultura occidental es bastante opuesto. Lo cierto y verdad es que nadie quiere sufrir y en cuanto surge un atisbo de dolor salimos corriendo.

En la meditación sentada se empieza a entender mucho de las palabras y enseñanzas de Buda. He podido escuchar a algunos avanzados meditadores de nuestro tiempo decir que el dolor en la meditación es como una homeopatía para vencer el sufrimiento. Se trata por tanto sirviéndonos de esta analogía de fortalecer la resistencia al sufrimiento entendiéndolo en su raíz. Conectaría con la propia sentencia de Buda. Todo es sufrimiento. De ahí la primera enseñanza de las cuatro nobles verdades.

Para aquellos devotos Cristianos se ha escrito alguna que otra semejanza en la practica Zem sobre el Cristianismo originario. Es decir el Cristianismo en su esencia. Tras las primeras experiencias de retiros prolongados de varios días donde el dolor durante la meditación es parte de la practica podríamos entender en cierto modo el concepto de la expiación como se encargo de definir a lo largo de la historia el Cristianismo1

En este sentido ya escribí un post sobre mi practica con el Padre Navarrete Jesuita en Sevilla2

Pero en esta mezcla inocua de sensaciones y pensamientos, nunca nos sorprenderemos mas que cuando en este estado de meditación vemos brotar el cumulo que tenemos, nos surge la incomodidad primero de mantener la postura quieta y después el dolor agudo de alguna de nuestra articulación en las piernas. Lo que automáticamente hace saltar todas nuestras alarmas consientes e inconscientes.

Lo que nos piden los experimentados meditadores es que mantengamos una postura ecuánime, en relación a ello Buda dijo que todo es impermanente incluido el dolor si bien noto que la ecuanimidad permanece. Es por tanto un modo adecuado de practicar esta virtud. De todas maneras intentare aumentar la reflexión sobre este tema de la Ecuanimidad en otro post ya que ciertamente es un motivo de reflexión sobre la misma.

Esta practica para nada se podría denominar de auto mortificación sino mas bien de la firme determinación de vencer la propia raíz, el conocimiento pleno de donde proviene el sufrimiento. Georges Frey que enseña en Francia con su nombre zen, Taikan Jyoji, y que vivió varios años en el monasterio de Shōfukuji en Kobé lo explica claramente:

“Tomo, la primera noche, la firme resolución de no moverme más, pase lo que pase. Aunque mis piernas deban desprenderse de mi cuerpo, aún a riesgo de morir sobre mi cojín, no cambiaré la postura. Así he modificado mi enfoque del dolor. Ya no intento huir de él. Lo espero firmemente. Es la única forma de que mi meditación pueda profundizarse. A pesar del sufrimiento, inevitable, no me muevo. Debo superarlo, si no siempre tendrá la última palabra. Comprendo que debo dominar el dolor o permanecer dominado por el. No hay otra elección que ponerme en constante tensión espiritual, dominar para no ser dominado.”

1.- http://es.wikipedia.org/wiki/Expiaci%C3%B3n_%28religi%C3%B3n%29

2.- http://jorgemonedero.blogspot.com.es/2009/05/zazem-el-zem-en-su-estado-puro.html