CC –nc –by Sherlock77 (James)
No envejecerán, como los que quedamos envejecemos
La edad no los gastará, ni los años los condenarán,
A la caída del sol y al amanecer,
Los recordaremos.
Hoy, domingo 13 de noviembre de 2011, fue domingo de recuerdo en la Iglesia de Inglaterra, de la que soy miembro. Así fue nuestra celebración:
Toda la asamblea, puesta en pie, luciendo sus amapolas en la solapa, las mismas que habréis visto en los políticos británicos, se había girado sus miradas a la pila bautismal. Allí, junto a una placa que recuerda los caídos, se encontraba nuestro sacerdote, un veterano y la representante del consulado británico. Comenzamos leyendo los nombres: capitanes, tenientes, sargentos, algún especialista –warrant officer– y un par de soldados. También a todos aquellos que vivieron o murieron por la libertad en la primera y segunda guerras mundiales.
Luego nos unimos todos en la oda del recuerdo:
They shall grow not old, as we that are left grow old:
Age shall not weary them, nor the years condemn.
At the going down of the sun and in the morning,
We will remember them. ~Ode of remembrance
El órgano, imitanto a las cornetas militares, llamó al silencio. Duró un tiempo largo, suficiente para pensar, demasiado para que fuera una mera formalidad sin peso. Alguien se emocionaba. Por fin el órgano dio de nuevo la orden; cantamos el God save the Queen
. El año pasado apenas se me escuchó, hoy me uní sin reparos; sí es la cabeza de mi iglesia, pero además hay algo más, indefinido aún, pero que ahí estaba en mi corazón. No me siento ya un extraño.
hasta que construyamos Jerusalén
Cantamos And did those feet, continuó la celebración con las lecturas; I vow to thee my country, sustituyó al salmo. La lectura del Evangelio fue la conocida parábola de los talentos.
En el sermón el sacerdote se centró en la pérdida de talento que las guerras suponen, tanto en vidas malgastadas como en esfuerzos que podrían haber sido mejor empleados y en el peligro de olvidar los errores del pasado; que sacrificamos demasiado en una guerra.
Recordó especialmente a un capellán amigo suyo, que acompaña las tropas británicas en Afganistán, a veces asistiendo a los moribundos.
A ésto a mí me gustaría añadir que los que vivimos en libertad en cualquier parte debemos no poca de ella a los que dieron su sangre, sudor y lágrimas. ¿Qué hacemos con esa libertad?
Eucaristía y despedida
Continuó la celebración eucarística como cualquier día normal, sólo que había más gente. Comulgamos casi todos, menos un niño que estaba por confirmar y que recibió en su lugar una bendición (en la Iglesia de Inglaterra la confirmación funciona también de primera comunión).
Por último, y después de la bendición, nos despedimos lentamente, junto a la puerta. Fue un momento alegre, de reencuentros pues por estas fechas vuelven las “golondrinas”; o sea las señoras mayores que invernan en España y vuelven a Gales en verano.
Me gustaría
Que el recuerdo en España, no fuera sólo una cosa de organismos oficiales. Si no lo queréis hacer en una iglesia, por mí bien, hay parques, plazas y ayuntamientos.
Pero los que lucharon por nuestras libertades deben recordarse; también las víctimas del terrorismo, y los soldados que han dejado su vida y sus familias: las viudas y los huérfanos que hayan dejado atrás. Deberían contar con nuestro apoyo, el Estado debería también dar hasta que nos duela, y todavía un poco más.
90 años llevan los británicos llevando amapolas en sus solapas. El primer año no lo podríamos hacer bien, pero debemos.