Doña Sancha de Aragón, la cautiva de los Borgia: Tercera Parte

Publicado el 01 octubre 2009 por Ladycaroline
En el Castelnuevo en Nápoles, Sancha de Aragón y Jofre Borgia fueron formando una corte mixta, en las que se seguía las reglas de etiqueta y caballería españolas, pero gozando de la libertad y del avance de la sociedad italiana. No faltaban secretarios, ayudantes de cámara,damas de compañía, pajes, lacayos, sirvientes, etc. que estuvieran pendientes del bienestar de sus señores, los Príncipes de Squillace. Digamos que el palacio se hallaba bien servido y abastecido.
Sin embargo, de repente llegaron unas notícias no muy placenteras a los oídos de Su Santidad, cosas graves acerca de los desórdenes morales y materiales del palacio napolitano. Alejandro VI, alarmado por la situación y por las calumnías que circulaban sobre su hijo y nuera, envió a Nápoles unos breves papales que acusaban a Sancha de recibir caballeros en sus aposentos, auxiliada en estos encuentros por sus doncellas, que por su parte no parecían modelo de decencia; toda la corte, además, era difamada de indisciplina y de costumbres corrompidas y licenciosas. El sequito napolitano, logícamente se sintió muy ofendido ante aquellas molestas acusaciones , y se reunió rapidamente en consejo bajo la autoridad de maese Antonio Gurrea, el mayordomo.
Los cortesanos a servicio de los príncipes de Squillace, sin mucha tardanza formaron una alianza defensiva: y por encima de todo, por fidelidad a su señora, juraron que en la cámara de ella nadie había visto entrar más hombres que aquel "maese Cecco, acompañador de Sancha, un hombre anciano y honrado, que pasa de los sesenta años". Y continuaba atestiguando sobre las "doncellas y mujeres honestas y buenas" las cuales, como todo los nobles, aportaba a sus amos "ese honor y reverencia como si fuesen el S. Príncipe el rey, y la Princesa la reina".

Esclarecido el tema, y oída la opinión de cada uno, maese Antonio Gurrea, tomando un folio de grandes dimensiones escribió su testimonio detallado, añadiendo lo del "perfecto gobierno de la casa" que siempre fue, estuviese seguro el Papa, y era " al presente tan bueno que ni mejor ni mayor podría ser" y declarando que si alguién dijera lo contrario sería "un vil y mal hombre, digno de gran castigo". Basándose en esas informaciones, todos los caballeros relataron su testimonio de propia mano, afrentando al malintencionado informador. A continuación, el capellán Don Giovanni Murria lo corroboró todo. Este escrito reunido el 17 de junio de 1494, fue mandado urgentemente a Roma para tranquilizar a Alejandro VI, y archivado donde hasta hoy permaneció escondido.

Si el Papa creyó vehemente en aquél documento que exhaltaba la dignidad de Sancha, nunca lo sabremos. Para aquel entonces,Rodrigo Borgia tenía en mente otras preocupaciones que le afligían, más importantes que la conducta de su nuera napolitana. Pero más adelante, Su Santidad no pudo evitar saciar su curiosidad por contemplar de cerca la abrumadora belleza de Sancha que tanta fama le había proporcionado. Así que solicitó la presencia de Jofré y su nuera en Roma. Podemos decir que semejante petición no agradó demasiado a los Reyes de Nápoles, temerosos de la inconstancia política de Alejandro VI. En un princípio de estableció la morada de los Príncipes de Squillace en Nápoles, aunque Jofré fuese de Roma. No obstante no les quedó más remedio que cumplir las órdenes del Papa, y en la primavera de 1495, los jóvenes príncipes partieron hacía Roma.



En los frescos de los aposentos de los Borgia en el Vaticano se encuentra la obra "La Disputa de Santa Catalina" de Pinturicchio (1492-94) donde podemos contemplar a varios miembros de esta controvertida familia. En este fragmento, vemos a Sancha de Aragón (a la izquierda) acompañada de su esposo Jofré Borgia. Este es el único posible retrato suyo.


Bibliografía:

Bellonci, María: Lucrecia Borgia, su vida y su tiempo, Editorial Renacimiento, México D.F., 1961.