Caminito, no tan caluroso, que conducía al río. Había muchos insectos, hay que llevar protector.
Un paisaje casi onírico, recuerda a los cuadros más románticos, sólo le faltan las señoritas de época.
Contra lo que inicialmente pensábamos, el Palacio de Acebrón es una edificación que de antigüedad sólo tiene unos cincuenta años, ya que se trata del capricho de un señor muy adinerado que en los años sesenta se habilitó un paraíso en medio de dunas y pinos, su edificio, que por cierto no reflejo en las fotografías y al cual no entramos pero que ciertamente era bonito, se ubica entre toda esta vegetación. Aparte, se preparó estos caminos para acceder al río y pasear entre árboles y flores.
Este es el camino que lleva al Palacio de Acebrón, se divisa ligeramente al fondo de la fotografía.
Este señor se habilitó zonas de paseo y de descanso, la verdad es que era inmenso pero los insectos pudieron conmigo.
Como dato curioso, decir que pretendió combinar plantas autóctonas con otras ornamentales, pero esta naturaleza es la que manda, y las plantas autóctonas acabaron chupándoles la savia literalmente a las ornamentales, secándolas y destruyéndolas (aquí mandamos nosotras, debieron decir).
Vegetación en estado puro, un manto espectacular de helechos lo cubría prácticamente todo.
Mi panorámica de una zona de descanso que fue donde decidí no seguir con el sendero de un par de kilómetros por culpa de los insectos.