¿Dónde estás Rulfo que no te leo?
¿Te quedaste sobre la hamaca del desolado patio
luego del fastuoso sol y el brindis de besos?
Extraño tus desgarros, tus calles secas, tu silencio.
¿Dónde estás Rulfo que no te leo?
¿Te quedaste acaso en la sala jolgorio,
de promisorios desayunos y mortales despedidas,
en el sillón de los desvaríos o en la tina del deleite?
¿Dónde estás Rulfo que no te leo?
También te he buscado bajo las sábanas
donde sus ojos ciruela me prendían fuego.
Te he olido cerca, muy cerca, pero no estabas.
Abandonado estoy sin tu consuelo.
¿Dónde estás Rulfo que no te leo?
Pienso que tal vez en los aposentos del gato.
Él se abrigaba con tus páginas sabrosas,
para saltar sin precaución ni recato
a reclamar su ración de madrugada.
¿Dónde estás, Rulfo de mi zozobra?
DE: DÍAS DE SAL Y DE MUERTE Copyright © 2013 Rogger Alzamora Quijano