Dos años sin ti, pero contigo...

Publicado el 08 agosto 2011 por Hada
Ya son dos los años que han pasado desde que te fuiste. A veces me parecen dos siglos. Otras, dos segundos. Y es que mi vida en estos dos años ha dado un giro de 180 grados.

Sigues presente en cada uno de los pericos que formamos la inmensa familia españolista. Cada vez que veo el campo por la tele o me acerco hasta él, te busco entre las sombras. La luz que tu memoria, tu presente y tu eterno 21 emiten no podrá esconderse ni borrarse, allá donde te halles.

Me pregunto cómo habrán continuado con sus vidas tus padres, tu hermana, tu querida Jéssica y, sobre todo, tu amada Martina. ¿Tendrá tu tímida y a la vez preciosa sonrisa? ¿Será delgadita, como tú y poseerá un rostro afiladito como el tuyo? De lo que sí estoy más que segura es de que crecerá rodeada de amor y de ti, aunque no pueda verte, escucharte o acariciarte.

Ayer releí los diferentes artículos que te escribí a partir del maldito 8 de agosto del 2009. Los leí y recordé. Recordé y reviví. Reviví y las lágrimas volvieron a recorrer mis mejillas. Como aquel día. Como aquellos tristísimos días. Como ahora mismo.

Pese al tiempo transcurrido, todavía me parece mentira que no volveré a verte vistiendo y defendiendo la blanquiazul. Pese al tiempo transcurrido, durante todos los minutos 21 de juego vuelvo a estremecerme ante la constancia de que te hallas entre cada uno de nosotros. Pese al tiempo transcurrido, me cuesta asimilar lo sucedido y, sobre todo, me cuesta desconocer la respuesta a ese doliente "por qué", que todos los que te disfrutamos nos haremos eternamente.

Espero volver pronto a Barcelona, aunque sólo sea por unos días. Echo de menos la ciudad y la que fue mi casa durante diez años. Una de las cosas que más me duele es la imposibilidad de ir al estadio, a nuestro precioso estadio. El que inauguraste como capitán, ¿recuerdas?

Pareciera que la vida siempre necesitase cobrarse las inmensas alegrías que nos regala de vez en cuando. Es como si ante la explosión de contento que supuso la inauguración, luego tuviéramos que vivir la más amarga de las tristezas para compensar. Porque tu inesperada muerte fue eso: un amargo hachazo que, durante meses, desencajó nuestros adentros, cegó nuestras miradas y embotó nuestras mentes.

Pero lo cierto es que, gracias a ti, a tu ejemplo, a tu mito, a tu recuerdo y a tu figura, ya inolvidable, volvimos a reencontrarnos con lo que siempre hemos sido: mucho más que un sentimiento.

Sentimiento que nos empuja y da alas para continuar adelante. Sentimiento que nos devuelves multiplicado cuando te pensamos, te rogamos que nos ayudes en el juego o le hablamos de ti a los pequeños polluelos blanquiazules, futuros pericos del mañana. Sentimiento sagrado y omnipotente. Sentimiento que sólo los que llevamos estos colores clavados en el alma podemos comprender, atesorar y disfrutar como merece. El mismo sentimiento que te llevó a entregarle a este Club nuestro tus mejores años, tus mayores esfuerzos, tus radiantes victorias y también tus más íntimos sinsabores. Sentimiento que nos unirá por siempre hasta que me llegue el tiempo de guiñarte un ojo cuando te descubra jugando con un balón más allá del arcoíris.

Te echamos de menos, Dani y contra ello no existe cura posible. No se olvida a quien todo lo dio por puro amor y lealtad a unos colores. Te extrañamos todos, Dani. Te extrañamos casi tanto como te queremos. Y, sin embargo, estás aquí, conmigo, con nosotros. Porque así, aquí, te siento.

Hasta siempre mi eterno Capi. Sé feliz allí donde te encuentres. Gracias por lo que nos diste y por lo que nos sigues dando a cada instante., hoy y siempre.