Dos años ya...

Publicado el 13 noviembre 2011 por Hada

Hoy, 13 de Noviembre, se cumplen dos años del comienzo de mi nueva vida verde.

Tal día como hoy, hace dos años abandonaba mi amada Barcelona para regresar a vivir a la islita que me vio nacer.

Hace 24 meses que dejé la gran ciudad para sumergirme en mi silente, fresco, natural y casi olvidado "Refugio Verde".

... Y hoy también celebramos el segundo aniversario de este blog.

Ya sé que se trata de un topicazo. Pero no por más tópico deja de ser cierto: ¡cómo pasa el tiempo de rápido a medida que nos vamos haciendo mayores!

Por todo esto, hoy no podía dejar de daros las gracias por vuestra compañía,  vuestras lecturas, vuestro seguimiento, vuestros comentarios y, sobre todo ello, por vuestro cariño.

Sólo con vosotros y gracias a vosotros han sido posibles los 565 artículos publicados hasta ahora, los casi 2500 comentarios escritos y las 24 categorías que, hoy por hoy, conforman este humilde y verdoso espacio nuestro. Por todo ello y por la "santa paciencia que mostráis al aguantarme", hoy quiero daros mis más cálidas y sinceras:

Porque sólo con vuestro empuje y presencia hacéis posible la existencia de "El Blog del Hada Verde".

Por esto, hoy quiero volver a regalaros aquellos primeros renglones -más o menos torcidos- con los que el 13 de Noviembre del año 2009 inauguré mi nueva vida bloguera.

¿Alguien recuerda esto? :

Hoy comienzo una nueva aventura y una nueva vida. Es muy probable que cuando llegues hasta este nuevo espacio me halle en pleno vuelo rumbo a Tenerife, mi islita natal y el rincón donde nuevamente tendré mi espacio vital.

Atrás quedan más de ocho años residiendo en Barcelona.

Atrás queda un piso repleto, todavía, de objetos por trasladar.

Atrás quedan personas maravillosas, como Marisa y Roser, de las que me despedí entre lágrimas porque me fue imposible decirles un simple hasta pronto.

Atrás quedan incontables recuerdos, multitud de instantes, millones de sentimientos, vivencias, risas y silencios.

Hoy, cuando leas esto, estaremos viajando un perro, dos tortugas, un par de pericos, mi amor de vidas, mi madre -que ha venido a ayudarnos- y yo misma, la que escribe a toda prisa porque quedan pocos minutos antes de que los mozos de la empresa de mudanzas aparezcan y, como por arte de magia, hagan desaparecer ordenadores, estanterías, cajas, electrodomésticos y toda suerte de objetos y bultos que uno va acumulando, día a día.

Hoy, todos juntos, ponemos rumbo hacia nuestro propio sueño real.

Hoy, abandonando la cosmopolita Barcelona, marchamos hacia una casa que compramos hace menos de seis meses. Habitaremos a 1.000 metros de altitud, en un caserío con poco más de 40 viviendas individuales, desperdigadas aquí y allá. Una zona de la isla alejada de casi todo, que muchos de lo propios tinerfeños no han pisado jamás y ni sabrían ubicar en el mapa.

Viviremos entre brumas y estrellas, bosques de pinos, lagunas preciosas y relajadas y amables gentes. La naturaleza nos rodeará por doquier y pocos pasos tendremos que dar hasta penetrar en parques naturales y nacionales únicos. El mar a nuestros pies y el padre Teide, enfrente. Criaremos gallinas como merecen, ayudaremos a la tierra a dar frutos de los que nos alimentaremos, tal vez nos atrevamos con cabras, pintaremos, escribiremos y quién sabe si seremos, incluso, padres, si es que así lo deciden los cielos.

Nos queda mucho trabajo por delante. La casa tiene dos pisos y aunque el primero se halla en perfecto estado de habitabilidad, con sus dos terrazas, tres dormitorios, dos baños y su cocina-comedor enorme, el piso inferior -el que deseamos convertir en un apartamento para invitados, familia y huéspedes- necesita reformas. Aunque distribuído y tabicado, tendremos que enlucir paredes, pintar, alicatar el baño, montar la loza sanitaria y demás tareas que se me antojan tremendamente apetecibles. Me gustan los retos propios. Me gusta aprender. Me gusta trabajar con mis manos. Así que, poco a poco, iremos dándole forma a las huertas, a los frutales, a las paredes, a nuestras mentes y a nuestras almas.

Hoy inicio mi nueva vida y mi nuevo blog y te invito a que te asomes a ambos.

Quiero compartir contigo esta nueva etapa existencial. Quiero enseñarte cómo se renace y se vuelve a parir uno a sí mismo con casi cuarenta años de vida. Quiero mostrarte nuestro día a día, si es que a ti te apetece seguirlo, por medio de los renglones de "El Blog del Hada Verde".

Quiero hacerte reir, desahogarme contigo, intentar emocionarte, que me acompañes, transmitirte lo que aprenda, sentir que te apetece saber más, etc, etc. ¡Quiero tantas cosas, que ni sé por cuál comenzar!

Por contra, sólo hay un pero al hecho de irme a vivir a un lugar tan aislado y no es otro que la propia conexión de ADSL. Nos están poniendo problemas de cobertura cuando en realidad, varios vecinos poseen conexión a la red y las casas rurales de alquiler que existen por los alrededores ofrecen internet con absoluta naturalidad. Supongo que tendrá fácil arreglo, pero como las cosas de palacio ya se sabe que van más que despacio, de momento no dispondremos siquiera de teléfono fijo. Nos lo instalarán el próximo lunes. Luego vendrá la incruenta batalla necesaria para tener internet en casa. Así que, si mi router USB -o como se llame- del portátil no "furula" tampoco por aquellos lares, es posible que pasen algunas semanas antes de que pueda volver a actualizar el blog. No te preocupes, que en cuanto la tecnología de última generación ocupe los rincones de mi nuevo hogar, te lo haré saber para, si lo deseas, celebrarlo juntos.

Quedáis más que invitados a entrar en este nuevo espacio verde de debate, encuentro, sonrisas, palabras y sueños. Un espacio donde el retorno a lo natural, nuestra madre terrenal, sus frutos, nuestros hermanos animales, los paisajes, la adaptación al medio, mi propia intrahistoria y mis nuevos usos y costumbres actuarán como eje central de "El Blog del Hada Verde".

Y ahora he de retirarme porque aún me resta mucho por hacer antes de tomar ese avión que me lleve hasta mi propio Oz. Mi nuevo camino empieza a dibujarse bajo mis nerviosos pies. Ojalá pueda compartirlo con todos vosotros. Ojalá vuelva a encontrarte asomándote a mi nuevo balcón, color esperanza.

¡Hasta muy pronto!

Así que hoy, a través de estas mismas líneas, me comprometo con todos vosotros a retomar el verdor original de este lugar, algo descolorido últimamente por las prisas, los "corre-corre" y las obligaciones que toda vida -por natural que ésta sea, conlleva a diario.

Millones de besos para todos porque con vuestro aliento, todo es posible...