La primera vez que escuché " Círculo de Lectores" no sabía leer, sin embargo, mi padre ya había decidido comprar los " Cuenta Cuentos" de Editorial Salvat para obsequiármelos.
Lea dos artículos de "El País" de España sobre el fin del Círculo de Lectores. El primero contiene una cronología del cierre y el segundo, una crónica sobre el suceso.
Desde entonces, cada fin de mes ―luego del día de paga―, llegaba a casa un hombre vestido con terno para entregarnos el fascículo correspondiente de la colección, además de ensayos de historia a los que mi padre era adicto y una revista de papel brillante en la que se exhibían, como en anuario, libros a todo color y con sus mejores galas.
Imagen tomada de "Todo Colección".
Fue a la sexta visita del hombre de terno que empecé a leer. Silabeaba aún, de modo que mi profesora, María del Carmen, no había tenido otro remedio que conculcarme el derecho a la hora de recreo.
Hasta entonces, leí los "Cuenta Cuentos" con las orejas. Cada fascículo traía un casete, en el que las historias eran dramatizadas por actores de voz españoles. Por lo mismo, para mí, el "zapato" no era "sapato" como en toda América, sino "tsapato" como en España y tal llegó a ser mi fanatismo por aquella colección que mi madre dijo una tarde:
―¡O apagas esa porquería o te apago yo a ti!
Diario "El Universo" cuenta el origen del Círculo de Lectores en Ecuador.
Poco antes de terminar el cuarto grado, nos mudamos y, con el cambio de casa, el hombre del terno desapareció. Ya no hubo catálogos ni libros con acento.
Ignoro por qué mi padre no invitó al librero de puerta a puerta a visitarnos allí, pero gracias a los "Cuenta Cuentos" que le compró para obsequiarme, no tengo duda de que existe una relación entre conocimiento y amor.
Escuche los cuentos del primer fascículo de los "Cuenta Cuentos".