Sentados en el monumento a Parnell, hicimos un plan: tranvía desde aquí hasta The Old Jameson's Distillery (Bow St, Smithville Village), y volver en dirección Temple Bar visitando el resto de monumentos que todo el mundo recomienda. Pero claro, Jameson's en Irlanda, no es una religión, Guinness sí, así que cambiamos el plan por caminar de monumento en monumento para llegar a la Guinness Storehouse.
Si frente a la General Post Office suena en mi cabeza The Foggy Dew, caminando por la orilla norte del Liffey, suena otra canción, que conozco gracias a The Dublinners, The Rocky Road to Dublin. No es que esté sonando esta última en mi cabeza, es que antes de llegar al Ha' Penny Bridge, hay un músico dejándose las cuerdas vocales para hacerlo bien.
The Ha'Penny Bridge
Dublin, Irlanda
Cruzando el puente, que es uno de los símbolos de la ciudad, desde esta orilla a la otra, te metes de lleno en uno de los barrios míticos y turísticos de Dublin: The Temple Bar. Pubs y restaurantes, que están empezando a abrir a estas horas. En la plazoleta hay un puesto donde compro un par de libros, Ulysses es uno de ellos, por supuesto.
Qué quieres que te diga, el barrio es caro para nuestros bolsillos: una pinta cuesta aquí 5,50€ mientras que en la orilla norte, aunque más caro que lo de anoche (3,75€) son más baratas, 4,50€.
Sí, tiene su encanto el sitio, hay competencia por ver quien decora mejor los pubs y sus fachadas, pero es que es un lugar para que campen los guiris y aquí es donde están, con sus chanclas y sus calcetines (a mí me miraron raro un par de ellos por lllevar chanclas y no llevar calcetines), haciendo fotos a todo lo que se mueve y metiéndose en todos los encuadres cuando intentas hacer una foto. Como en la estatua de Molly Malone. De hecho, mientras estamos aquí aparecen por un lado los que han contratado la visita guiada por pubs emblemáticos de la ciudad y por el otro los que vienen haciendo la ruta literaria, cada cuadrilla a cual más pintoresca.
Farrington's of Temple Bar, uno de los pubs más conocidos de la zona.
Al final de la calle, que discurre paralela a Dame St y al río Liffey, está el National Photographic Archive, que, como puedes suponer, te recomiendo que lo visites tanto si te gusta la fotografía como si no, porque está alejado del bullicio central de Temple Bar y puedes tomarte un café mientras ves una exposición.
Cruzando Dame St, que es la calle que lleva desde el Trinity College a la Christ Church, están el Dublin City Hall y el Dublin Castle. Tanto uno como otro también merecen una visita, aunque el primero tiene unas limitaciones horarias a las que hay que tener en cuenta para planificar la visita. Digna de mención es la historia del Castillo, que lleva en pie prácticamente 9 siglos aunque son las ampliaciones posteriores las que le dieron el volumen actual. No te despistes si lo visitas, porque guarda una pequeña joya neogótica en la que puedes entrar, sentarte y estar un rato sin que nadie te moleste: The Royal Chapel, que tiene algo a destacar, la estructura y la mayor parte de la construcción es de madera cubierta de escayola. También llaman la atención las caras esculpidas en la parte exterior, y desde luego la vidriera principal con las imágenes de los apóstoles.
The Chapel Royal, Dublin Castle
Dublin, Irlanda
Cerca del Castillo, a un par de calles en dirección a Grafton St., está el George Street Arcade, un mercado cubierto que no vas a encontrar en cualquier guía turística, por no decir en ninguna. De hecho, como el Saint Stephen's Green Shopping Center, no está decicado a turistas: hay joyerías, juguetes, librerias, fruterías, etc. Es una visita recomendable sólo por el hecho de no aparecer, como digo, en (casi) ninguna guía. Tampoco está en ninguna guía Waltons, el mayor fabricante de tin whistles del país y que queda justo enfrente de la entrada al mercado.
Y hablando de guías, dice la Lonely Planet, o viene a decir con otras palabras, que en Dublín hay que tenerlos bien puestos para desplazarse en bici. Nada más lejos de la realidad, hay carril bici por todos sitios y no hay tanto tráfico en el centro como para usar este medio de transporte, además de que hay puntos de alquiler de bicicletas en bastantes sitios. Para otra vez seguro que pruebo desde primera hora de la mañana.
Bicicletas de alquiler
Dublín, Irlanda
En la parte trasera del Castillo visitamos la Chester Beatty Library, una biblioteca que entre otras muchas cosa guarda una de las mejores colecciones de libros religiosos y de papiros egipcios del mundo. No es una visita obligatoria, es muy obligatoria, tanto esta, como la Marsh Library, que queda en las traseras de la Catedral de San Patricio y es la biblioteca pública más antigua de Irlanda. La colecciones tanto de una como de otra, casi siempre se ven complementadas con exposiciones temporales. Un ejemplo, la primera actualmente alberga una exposición de libros e ilustraciones de Henry Matisse, incluyendo entre otras muchas cosas una versión del Ulysses ilustrada por él, y nosotros lo hemos visto.
No hay que caminar mucho para llegar al siguiente punto de interés de nuestro camino, la Christ Church Cathedral, aunque antes pasamos por Leo Burdock's (2, Werburgh St. - justo enfrente de la Catedral), que según cuenta la tradición es quien sirve el fish & chips más tradicional.
The Christ Church Cathedral
La Christ Church, cuyo nombre real es The Cathedral of The Holy Trinity, fue fundada por los vikingos, alrededor de 1030, reconstruida por los normandos y victorianizada siglos después de restauración a restauración hasta su aspecto actual. No deja de ser curioso el solado de toda la catedral, con dibujos y patrones de inspiración gaélica bastante vistosos. Como tampoco deja de ser curioso que la cripta, donde se aloja el tesoro catedralicio, se "cede" para eventos sociales, desde presentaciones de libros hasta cockteles. Cuando pongo entre comillas la palabra "cede" es por suavizarlo y no decir directamente que se alquila.
Púlpito, con acento, de la Christ Church Cathedral.
Dublin, Irlanda
La verdad es que es una catedral coqueta que no deslumbra por su tamaño, pero si por la austeridad y por el estado de conservación de cada detalle, sobre todo en las esculturas y en las columnas, limpias como una patena. Para mi gusto sobran lápidas y placas conmemorativas en las paredes, la mayoría dedicadas a los soldados caídos en tal o cual guerra.
Altar mayor de la Christ Church Cathedral
Otra cosa curiosa de la catedral es que en el exterior existen unas ruinas, de las que quedan solo las siluetas de lo que eran las paredes de lo que fue una casa vikinga. Y además que la visita a la catedral se puede hacer de manera conjunta con lo que aquí en España llamaríamos un centro de interpretación. Se trata de Dublinia, una exposición permanente sobre los orígenes vikingos de Dublín y sobre la vida durante la edad media en la ciudad y es visita recomendada en el caso de que no sepas nada sobre los orígenes vikingos de Dublín o sobre los muchos avatares bélicos por los que ha pasado.Además del repaso histórico puedes ver el aspecto que tenían las calles, las casas de los comerciantes o visitar una recreación de un barco vikingo. También te enteras de muchas cosas curiosas, por ejemplo: los cascos vikingos con cuernos no existen, de hecho, todavía están por encontrar el primero.
Vidriera en Dublinia - Christ Church Cathedral
Dublin, Irlanda
Hasta ahora hemos tenido mucha suerte y todo está abierto y disponible, con una afluencia moderada de turistas y visitantes, pero al llegar a la Saint Patrick's Cathedral la cosa cambia. Nos están cerrando la puerta cuando llegamos. Me cuesta un pelín, pero nos dejan entrar y salir corriendo, porque no nos podemos permitir esperar la hora y media larga que dura (¡!), todavía tenemos que comer y llegar hasta la Guinness Storehouse y son las 4:00pm. Un consejo: cuando mires los horarios de los puntos de interés que quieres visitar, revisa la hora de la última entrada permitida, no la hora de cierre. Suelen ser muy estrictos en este aspecto.
Así que lo dicho, nos da tiempo a hacer una visita rápida y ver que aquí hay aún más lápidas, homenajes y conmemoraciones, hasta con banderas que tienen un lustre de polvo considerable. Bueno, se perdona casi todo por el busto homenaje a Jonathan Swift, que fue deán/decano de la Catedral durante un tiempo.
Lo que no se perdona es que nada más entrar lo que te encuentras es una tienda de souvenirs, no pienses que está en una habitación aparte o algo parecido, está en plena Catedral, al inicio del pasillo central. Un poco chocante: no puedo entrar ni hacer fotos porque hay misa, pero si puedo comprar camisetas de ovejitas. No sé por qué, pero la Iglesia, en cualquier variante, ha dejado de sorprenderme en este aspecto.
Saint Patrick's Cathedral,
Dublin, Ireland
No hace falta decir que está dedicada al patrón de Irlanda, San Patricio. Es más grande, aunque no es la sede del Obispado (de la Iglesia de Irlanda) y me gusta más que la Christ Church Cathedral, aunque esté un poco más saturada de sepulturas y esculturas de homenaje.
Después de las visitas fugaces a la Catedral y a la Marsh Library, comemos en el parque que está al lado de la Catedral. Unos sandwiches que hemos comprado en un supermercado. Acabamos de descubrir que los supermercados aquí (y en todo el país) te hacen bocadillos, calientes y fríos, durante todo el día, algo que nos viene muy bien, precisamente hoy, que se nos está llamando el hambre desde hace un par de horas.
Bellevue St.
Dublin, Irlanda
Desde la Catedral de San Patricio hasta la Guinness Storehouse hay un trechito, aproximadamente 1 km., y hay que callejear. Es el punto de interés más alejado de todo lo que hemos visto y por supuesto no se puede decir que esté en el centro propiamente dicho. Aún más alejada está la Kilmainham Gaol (Gaol = cárcel), que aunque estaba en la reserva por si nos daba tiempo, ya la hemos descartado. Con mucha pena, porque tenía ganas de verla: aquí se rodó "En el nombre del padre" y fue donde fusilaron a la mayoría de los líderes del Alzamiento de Pascua.
Ya he mencionado que Guinness en Irlanda es una religión y, como todas las religiones, también tiene su templo: un museo de nada menos que 7 plantas, que culmina en el Gravity Bar en la 8ª planta, un bar que ofrece unas vistas panorámicas de la ciudad espectaculares. Para hacerse una idea de lo que supone esta marca, basta con conocer el dato que nos encontramos nada más entrar: "En esta fabrica se producen cada 5 días 5 millones de barriles, que es lo que se consume en Irlanda durante una semana" Ya puedes cerrar la boca.
La famosa estantería de botellas de la Guinness Storehouse
Ocupando el corazón del edificio está el vaso de pinta más grande del mundo, Record Guinness al cuadrado, fíjate. Sería irónico que alguien tuviera ese premio en lugar de quien inauguró el premio. No había caído nunca ni conocía que un ejecutivo de la cervecera fue quien fundó los premios, me entero aquí.Aquí puedes ver como se lleva a cabo todo el proceso cervecero desde las materias primas hasta su consumo final, ver maquinarias y barricas de almacenamiento antiguas, como se distribuía y como se hace ahora.
Panorama desde el Gravity Bar, The Guinness Store House
Te explican todo lo que se puede explicar sobre la empresa, desde los diseños por los que han pasado los anuncios y los vasos de pinta, hasta el arbol genealógico de la familia Guinness o como compraron los terrenos donde se encuentran la fábrica.La verdad que está bastante bien planteada y es bastante interesante toda la visita. Además, te enseñan como se tira una pinta bien y te invitan a catarla, faltaría más. Lo que no me cuadra es que te dicen que no permitas que nadie, cuando te están sirviendo una pinta, cometa el sacrilegio de dibujar un trébol cuando la rematen y, en el Gravity Bar, los camareros no dejan de hacerlo pinta tras pinta.
Aquí llega la hora a la que cierran todas las atracciones turísticas, las 6pm, y después de bebernos nuestra pinta correspondiente, volvemos callejeando al hotel.
Es sorprendente la tranquilidad que hay por estos barrios. Desde la Catedral de San Patricio apenas hemos visto ha nadie, salvo en la fábrica de Guinness, que estaba abarrotada de turistas (es la atracción dublinesa más visitada).
Running girl
Después de descansar un buen rato en el hotel, salimos a buscar un sitio para cenar. Buscando y buscando nos encajamos dando un paseo en el Liffey de nuevo, después de pasar, también de nuevo, por Grafton St. y Temple Bar. Bajamos paseando hasta la Custom House, un edificio neoclásico de James Gandon que estaba destinada a ser una aduana y que nunca llegó a funcionar como tal. Habrá que visitarla en otra ocasión, pues alberga un museo sobre su diseñador, responsable de muchos de los edificios neoclásicos de la ciudad. Como no nos convence nada de la oferta gastronómica, más que nada porque todo está lleno, volvemos sobre nuestros pasos y cenamos en Harcourt Road, después unas copas en el Odeón, como la noche anterior y la última en el pub del hotel que está frente al nuestro, el Harcourt Hotel.
Custom House
Dublín, Irlanda
En silencio me pregunto que se me olvidará de este sitio y de qué me acordaré siempre. En ese momento tenía claro que volveré, antes o después. Que pocos sitios me gustan lo suficiente como para reconocerlo. Lo que se me ha quedado por ver: el James Joyce Center, Kilmainham Gaol, Phoenix Park, el National Wax Museum...
Y vuelve Bernard Shaw mientras echo atrás la cabeza para beber. No me estoy acordando de él, no. Es que en las maderas que recubren las paredes hay grabadas con letras bien grandes unas palabras suyas:
"Irlanda, caballero, para bien o para mal, no es comparable a ningún otro lugar bajo el cielo, y ningún hombre puede tocar la hierba o respirar el aire sin llegar a ser mejor o peor de lo que era"
¿Pretencioso? ¿Chauvinista? No creas, a partir del día siguiente, empezaremos a entender lo que significa.