Desde que la conozco no puedo quitarla de mi mente, ni puedo ni quiero. Pero no soy capaz de imponer un contacto con ella, el miedo a una mala interpretación de su parte me acogota. Me pasó demasiadas veces en la adolescencia como para jugármelo todo a una carta a mi edad.
Si, no, si, deshojo la margarita mental y por fin marco su número ¿Me aceptará?