No hay nada tan bello y dulce como observar a un bebé mientras duerme.
Si hablamos con padres de recién nacidos seguramente nos dirán que esta situación es poco frecuente, ya que seguramente ni bien su pequeño se duerme caen rendidos tras él.
El que ya experimentó la dicha de ser papá o mamá sabe de lo cierto de esta afirmación.
Más allá de todo lo disfrutable de este rol que nos gratifica hasta lo más profundo de nuestro ser, todos deseamos que llegue el momento de que nuestro bebé duerma toda la noche.
Algunos lo logran más tempranamente, otros demoran un poco más, pero cueste lo que cueste, alguna vez llega el gran día en que comenzamos a dormir nuevamente como nuestro cuerpo lo necesita.
Vamos a hablar con sinceridad, más de una vez cuando entre somnolencia y dolor de espalda, acunamos a nuestro hijo a altas horas de la madrugada, quisiéramos que viniera un hada madrina y con su varita lograra lo que tanto nos cuesta a nosotros hacer: ¡Que nuestro bebé duerma!
Pero esto sucede solo en la ficción, ahí permanecemos con todo nuestro amor y una alta dosis de paciencia que nunca vamos a entender de qué recóndito lugar sacamos.
Cuando por fin logramos este objetivo supremo (que duerma toda la noche de corrido), vendrán algunas noches difíciles para no olvidar aquellas en las que nos fuimos entrenando.
Si, anoche dormí solo dos horas. Mi hija de un año y medio se acostó como todas las noches, se durmió en su cuna y yo algo cansada (a decir verdad muy cansada), me dispuse a sentarme en la computadora y tomar un café con mi marido, a disfrutar de mi tiempo “libre”, a hacer lo que me plazca. Entre una cosa y otra, se hicieron las dos de la madrugada, momento en que nos fuimos a “dormir”. Dos y veinte, escuchamos un llanto desconsolado por el baby call, mi pequeña princesa estaba en problemas. No es habitual que se despierte durante la noche ya que duerme entre nueve y once horas seguidas.
Sintetizando la noche de anoche, nos acostamos a las siete de la mañana. Tuvimos una "entretenida" velada con vapor de ducha, dibujitos que no lograban consolarla ni brazos que pudieran calmarla, dolor de oídos, mocos, tos, pediatra a domicilio y farmacia de turno.
Por suerte finalmente durmió muy tranquila hasta las tres de la tarde, en que se levantó fresca como una lechuga. Nosotros también aprovechamos ese tiempo para recuperar energías.
Esta gran aventura de ser padres implica una gran entrega, noches de insomnio, tiempo expropiado, mucha paciencia y amor sin límites.
Sin dudas que vale la pena esta aventura, solo tendremos que tener recursos a mano para salir del agua cuando sea necesario.
Aquí van algunos consejitos que humildemente quiero transmitir gracias a que soy mamá de tres hijos (dos ya adolescentes), para que puedan lograr un mejor descanso ( de “ellos” y “nuestro”). Con la experiencia algo se aprende aunque nunca debemos olvidar que ningún bebé es igual a otro.
• Crear un clima lo más tranquilo posible un rato antes del horario de dormir al bebé (poco ruido, luz tenue, actividades relajadas, temperatura adecuada).
• Si es posible darle un bañito a última hora.
• Acostarlo ni bien nos da señales de sueño, si pasa este horario probablemente se pase de rosca, se ponga más nervioso y le cueste más dormirse.
• Hacerle caricias o masajitos antes de acostarlo.
• Acercarle su muñeco favorito para que lo abrace y se sienta acompañado.
• No hacerle hacer siestas demasiado largas ni en horarios muy próximos a la hora de acostarlo por la noche.
• Darle el pecho o la mamadera antes de dormir.
• Si es muy pequeño, dormirlo con nosotros para que se sienta tranquilo y seguro.
Conversando con amigos o conocidos, llegué a la conclusión de que todos los padres hemos pasado alguna o varias veces por estas difíciles noches, por momentos angustiantes, cuando el sueño y el cansancio nos superan así que a no desesperar. No olviden que el tiempo pasa más rápido de lo que creemos y cuando no nos demos cuenta, todas estas historias de insomnio serán solo recuerdos.
Espero que les haya sido útil este post y que les sirva alguna que otra noche difícil. Me gustaría que dejen aquí otras ideas para compartir o experiencias que hayan vivido con sus “peques”.
Hasta la próxima, y... ¡Dulces sueños!
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