decidimos que no eran René y Georgette Magritte
porque les faltaba el perro
venían por las tardes al Sea Wolf
como llegando de la playa
con un sol cansado
y olor a buganvilias habitando el aire
como si el el verano no fuera eterno
y no los rodeara esa melodía de Biscaya
que no se afanaban en disimular
él montaba una Panther muy usada
o ella caminaba hasta el mercadopero casi siempre andaban juntos
como cisnes del océano
sobre la mesa
un Jerome Charyn marcado en la mitaduna guía botánica de Polinesia
dos copas de shiraz
y la vida
que a veces mece las cortinas del alma
levanta el polvo dorado del mundo
y lo recuesta después
sin quejas ni preguntas indiscretas