E-books versus Libros de Papel

Publicado el 29 diciembre 2011 por Blancamiosi
Hoy ya 29 de diciembre y empezando a amanecer en estaparte del mundo,  voy a dedicar estaentrada a hacer un balance de estos doce turbulentos meses.   Turbulentos en muchos sentidos,especialmente los políticos y en lo que nos atañe a los escritores, en larevolución digital.
Están cayendo los mitos. Me refiero a los mitos de laspublicaciones editoriales, a los mitos de lo difícil que es encontrar quiénpublique. Al mito de que en este planeta se lee poco y al principal mito de quelas editoriales son las que tienen la última palabra en cuanto a decidir si unlibro es bueno o es malo; criterio que deducen muchas veces por alguna opiniónde un lector editorial con sus propias buenas o malas circunstancias.  De otra manera no se comprendería cómoescritores rechazados tantas veces se hayan convertido después en baluartes dela escritura.

Voy a hablar desde mi propia experiencia.  Publiqué en dos oportunidades. Algunos deustedes lo saben. Una vez por Editorial Roca, a quien estaré eternamenteagradecida por darme el empujón inicial que hizo que empezara a creer que puedollegar a ser escritora y una segunda vez por Editorial Viceversa, que entoncesempezaba a formarse y tenía grandes aspiraciones que creo las están cumpliendo.  La primera publicación, «La búsqueda» tuvoun éxito relativo. Fueron 2.000 ejemplares en su primera y única edición. Loextraño del caso es que a pesar de venderse bastante bien, nunca salió una segundaedición.  Supongo que la editorial teníademasiados títulos nuevos para dedicarse a un libro como el mío. Dos años despuésles escribí para que me consiguieran al menos cincuenta ejemplares, cuya búsquedaexhaustiva  tardó cuatro meses y solopudieron venderme treinta.  Fin de lahistoria.Luego llegó la publicación de «El legado».  Una mejor distribución hizo que se conocieraen casi toda Sudamérica, Centroamérica y México. Y, por supuesto en España,lugar de la edición. Cinco mil ejemplares cuyos remanentes deben estar todavía enalguna que otra librería debajo de montañas de libros nuevos, mejores o peoresque el mío, pero eso sí: recién salidos del horno.Tras un año sin publicar debido a una tragediafamiliar que me llevó muchos meses del 2010, entregué a mi agente un libro quehabía escrito a principios de ese año.  Ellalo leyó y consideró que era lo suficientemente interesante como para publicarlocon relativa facilidad  y lo entregó aViceversa, pues dicen que la editorial que publica el último libro tieneprioridad.  Ellos decidieron que no erael momento apropiado por la crisis, aunque me consta que muchos libros sítuvieron la suerte de salir por ese sello. Pero bueno, sus razones tendrán.Escuché hablar de las versiones digitales a un amigo,Daniel Franco, que acababa de publicar en Amazon.com su novela corta AlamedaCentral, sin pagar un cobre y que  estabaexpuesta a miles de lectores en prácticamente todo el mundo.  Decidí entonces que publicaría mis novelas porAmazon, pues los contratos que había firmado tanto con las editoriales como conmi agente no tomaban para nada en cuenta las versiones digitales, y así, sin anestesiame lancé al ruedo. Para entonces ya lo había hecho Armando Rodera, y FernandoTrujillo Sanz, este último desde el 2007, con un éxito rotundo. Los escritores que acabo de mencionar tuvieron unlargo recorrido editorial, fueron leídos, releídos y puestos a esperar durantemeses para obtener una simple respuesta: “sí o no”.  Algo que se puede decidir sin ocasionar tantaangustia y sufrimiento de ver cómo el tiempo transcurre y nada sucede. Pero elmundo editorial es así, lento, ambiguo, oscuro y en ocasiones (la mayoría)insensible; aunque reconozco que ese no fue mi caso.  Lo cierto es que mi novela “El manuscrito” yallevaba casi medio año de espera, con un rechazo encima y sin vistas depublicación.  La agregué entonces a misotras novelas y de golpe y porrazo publiqué cuatro novelas en Amazon.com: “La búsqueda”.“El legado”, “Dimitri Galunov” y “El manuscrito”.Lo bueno de tener varias novelas a la venta en Amazones que da más oportunidades de figurar y por ende, de vender, lo que equivale aser leído.  Julio y agosto fueron mesestranquilos, aunque para mi sorpresa, pues lo había hecho en calidad deexperimento, veía en los reportes que se habían vendido poco más de treintaejemplares.  Poco a poco la cifra fueincrementándose y para octubre era normal que los libros vendidos pasaran delos diez diarios.A partir de noviembre algo debió suceder en lamentalidad de los lectores en libros digitales, pues empezó a repuntar «El manuscrito».Llegué a vender 400 ese mes aparte de mis otras tres novelas que también sevendían.  Y en lo que va de diciembre 823personas han leído esa novela.  Si sumolos otros títulos puedo decir que hasta hoy 29 de diciembre, 1.078 personas mehan leído o están leyendo alguno de mis libros, solo en diciembre.  Si sumolos meses anteriores podría llegar a unos 1.800 libros vendidos, porque empecéa tomar nota diaria apenas en el mes de noviembre.  Y todo esto en solo seis meses.¿Cómo sucede este fenómenoen el mundo virtual? Dudo mucho que las redes sociales como el Twitter oFacebook tengan algo que ver.  Muchos delos que visitan mi muro solo se limitan a saludar o clicar «Me gusta»,  y a autopromocionarse, lo cual no critico,pues me alegran las buenas noticias (aunque debo reconocer que hay quienesentran en mi muro con la misma noticia tres y cuatro veces y la cosa se vuelve fastidiosa).Los pocos que han comprado los puedo contar con los dedos de UNA mano.  Es allá, en esa maraña virtual que no conozco,en lugares que jamás imaginé que alguien se interesaría por una escritoradesconocida, donde la gente de carne y hueso busca, investiga, leerecomendaciones, o tal vez escuche que alguien leyó tal o cual novela y larecomienda.Las cifras que indico sonínfimas en comparación con los verdaderos superventas apoyados por campañas depromoción editorial, y también porque son, hay que decirlo, excelentesescritores.  Pero al menos las ventasdigitales dan la oportunidad de llegar a cualquier parte del mundo, pues ahoracon un clic nos podemos trasladar y hacer compras en China, India, Rusia oBolivia.  Una facilidad que cualquiereditorial no la da.  Sé de muchos cuyoslibros publicados no han salido de España, o del país de origen.Ahora viene lo bueno, lo¿positivo? O la parte práctica de todo este asunto:Los escritores ya no sonlos que buscan a las editoriales.  Ellaslo único que tienen que hacer es fijarse en las listas de Amazon cuáles son losmás vendidos y se evitan el gasto adicional del lector editorial, cuyoveredicto sin dudarlo digo que está sometido a sus propios gustos y aficiones.  En empresas como Amazon o cualquier otra, esla escogencia de los lectores la que marca la pauta, la tendencia, la simpatía,el gusto o como quiera llamársele a ese contacto íntimo entre lector-autor, quees lo que al fin y al cabo buscamos los escritores: Que nos lean, pues para esoescribimos.La parte negativa odepurativa sería que si una novela (ya toqué el tema antes) no está escritacorrectamente, según los cánones establecidos por la literatura estándar y segúnlas reglas gramaticales e idiomáticas a las que los lectores están habituados,simplemente se quedarán rezagadas.  Aunquetambién es probable que se deba a una portada poco atractiva, a un título pocosugerente, a una descripción del contenido que no conlleve el interés porleerla…  Son muchos los factores quejuegan en la venta de una novela, entre ellos la suerte. Hoy tengo al igual quealgunos escritores que están publicando por Amazon,  una oferta editorial por mi novela «El Manuscrito».  Y no es una editorial cualquiera, es una delas más importantes. Pero ya no recibo la noticia con la avidez que hubiera tenidode no estar publicando en Amazon, por la simple razón de que una editorial meobliga a cumplir con muchas reglas que para mí hoy en día son inadmisibles:ceder los derechos digitales de mis obras, la exclusividad de por lo menoscinco años o más de mi novela, tiempo durante el cual no podré hacerabsolutamente nada con ella aunque no se venda ni un solo ejemplar, y lo peorde todo: no saber en efecto cuántas novelas se están vendiendo y a cuántoasciende mi ganancia real.  Y no se tratade hacerse millonario con esta profesión, pero al menos me satisface tener lascuentas claras. No sé aún cuáles serán lascondiciones que me propongan, esta vez yo no los busqué a ellos. Pero si no mesatisfacen, con seguridad seguiré mi rumbo y no perderé el sueño.  O mejor dicho: seguiré mi sueño y no perderéel rumbo.¡Hasta la próxima, amigos!